Si te quedó pendiente el
haberte comunicado con alguien que ya no está, todavía puedes hacerlo. Yo decidí
escribirle a mi padre y, mientras lo hacía, mira lo que ocurrió…
* * *
Hola, papá:
Hace mucho que quería
escribirte, sobre todo porque me comuniqué poco contigo; mejor dicho: nada.
Yo, de pequeña, te sentía
distante, serio y muy lejos de mí. Nunca me acogiste en tus brazos para decime,
por ejemplo, lo que yo valía, lo lista que te parecía, lo importante que era
para ti.
Me detengo un instante a
sentir tu presencia, y no me llega nada.
Nunca me explicaste por
qué tú y mi madre discutíais tanto, ni qué significaba yo para ti. La imagen
que tengo de mí es la de una niña perdida, tímida, sin saber cómo enfrentarse a
las cosas.
La comunicación entre
nosotros nunca estuvo presente, por lo que aprendí a resolverlo todo sola y a
interpretar el mundo a mi manera.
La verdad es que estaba
orgullosa de ti, la gente decía que eras una persona sabia, aunque esa
sabiduría nunca la compartiste conmigo. No tengo mucho más que decirte, me hubiera
gustado que me llegara todo eso que yo necesitaba de ti y que nunca tuve. De
todas formas, muchos besos, papá.
* * *
Hola, mi niña:
Sé que no fui un padre
modelo en el sentido más amplio de la palabra. Nadie me enseñó a serlo; yo
tampoco busqué la manera. De lo que sí puedes estar segura es de que siempre
ocupaste mi corazón.
Aún sin palabras, yo me
comunicaba contigo de alguna forma, desde mi silencio, desde mi ausencia, desde
mi propia soledad.
A mí me faltaba valor
para tomar las riendas de mi vida y eso no quería trasmitírtelo a ti, quizá por
eso opté por la reserva y el silencio.
En la lectura estaba mi
refugio y eso me ayudó en el camino; no sé si te sirvió de referencia.
Quiero que sepas que tu
nacimiento representó el día más feliz de mi vida y que siempre te tuve ahí,
muy adentro, en lo más profundo de mí.
Desde la sombra, mientras
crecías, yo te admiraba muchísimo, porque veía una gran fortaleza en tu
interior, algo que yo nunca tuve. Quizá mi mano te habría ayudado a cumplir
muchos sueños y a elegir tu camino con certeza y confianza, pero no estuve ahí
para ti, como tampoco estuve ahí para mí.
Sé
que ahora, en estos momentos, has superado todos tus miedos y te has liberado
de muchas ataduras; te bendigo por ello, y te digo que estaré siempre ahí, a tu
lado, en silencio, alentándote a seguir, a librar cualquier batalla, a confiar
en ti, para que te sientas acompañada y no desfallezcas nunca.
Aquí
me tienes, a tu lado, en este inicio recién creado y precioso en el que quiero
estar presente para ti, celebrando contigo todos tus logros y acompañando todas
tus posibles soledades.
Te
mando un abrazo grande y toda la fuerza que precises para seguir creciendo.
Eres una mujer de primera, y no necesitas que nadie te lo diga; ni siquiera yo.
Estoy muy orgulloso de ti, siempre lo estuve.
¡A
por todas, mi princesa!
Besos,
Papá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario