No sé por qué, me estaba planteado lo de la isla desierta.
Conversé con mi hermano acerca de esto y, la verdad, lo vimos claro. Quiero
decir que muchos de los sufrimientos que tenemos vienen a consecuencia de que
los demás están ahí y me van a juzgar, no me van a entender, no me van a
querer, voy a quedar mal… Y es que, si nos paramos un poco, casi todo lo que hacemos
o dejamos de hacer es por la gente.
En una isla desierta, yo, por ejemplo, llevaría el pelo como me
gusta, a lo afro, no que estoy todo el día con el dichoso secador y la plancha.
Y no necesitaría disimular las manchas de la cara con maquillaje. Tampoco sufriría
depresión o ansiedad, porque el futuro y el pasado solo tendrían que ver
conmigo, sin necesidad de ajustar cuentas con nadie. Y como solo me querría yo
y, en todo caso, también a la naturaleza, de la que no tendría miedo, ni a que
me defraudara ni a defraudarla, tampoco tendría miedo a que me fallase, a que
me ignorase, a no estar a la altura, a que me hiciese daño… Ya ves, así de
contento está Mowgli, el niño de la selva.
He buscado información acerca de vivir solos en una isla desierta
y, al parecer, la única preocupación es la forma de sobrevivir, pero de la
estabilidad emocional no dicen nada. Imagino que mi crecimiento personal sería
otro, porque, al no tener referentes de personas con las que medirme o interactuar,
resulta difícil saber cómo me manejaría en ese sentido. Pero, claro, al no
tener personas a mi alrededor ¿para qué quiero saber cómo me manejaría con
ellas?
Yo creo que en la isla desierta el sufrimiento emocional sería
cero, porque si analizara lo que me hace sufrir, todo tiene que ver con el
entorno social: que si la presidenta del bloque no tramitó mi queja sobre la
limpieza, que si mi compañero de trabajo me ha dado una mala contestación, que
si no me admitieron en ese trabajo, que si mañana tengo que recoger los
análisis de mi madre y no sé qué me dirán, que si me crucé a fulanita por la
calle y no me saludó, que si me han invitado a una boda a la que no quiero ir,
que si mi pareja no me quiere, que si pitos que si flautas. ¿Entonces? ¿Me
tengo que ir a una isla desierta para comprender que estoy viviendo para los
demás y por eso sufro? Pero ¡si el otro no existe! solo está ahí para mostrarme
lo que no tengo resuelto en mí (y yo culpando a todo dios de lo que me ocurre).
Y, ahora que lo pienso…, en la isla desierta, ¿quién me pone la
pierna encima para que yo vea si me molesta o no? Ah, qué tontería, si ahí solo
estoy yo conmigo misma…, si algo me molesta no vendría de la parte humana, con lo
que no tendría a quien chillarle. Pues, oye, me voy a fabricar una isla
desierta en medio de la jungla humana, a ver si me entero de que nada me puede
afectar sin mi permiso.
Mercedes Alfaya.
Mercedes Alfaya.
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