¡¡LLEGÓ
EL DÍA!!
¿Nada?
¡NADA!
Hemos concluido con éxito el «III Taller de Escritura Positiva. Comunicación Consciente», y eso que me levanté afónica, sin voz, nada de nada… Sí, lo sé: la falta de alineación entre lo que siento, lo que digo y lo que hago; lo que tengo que expresar y me dejo dentro; las situaciones que me superan y las aguanto… En fin, le dije al Universo que yo el taller lo daría, sí o sí, aunque fuera con lenguaje de signos o contratando a un malabarista (soy testaruda, constante y responsable). Pero como se acercaba la hora y seguía sin voz, se me ocurrió algo:
«Verás,
Universo, si esta afonía es para que aprenda, te doy las gracias y prometo
mirármelo, pero déjame dar el taller (llevo mucho preparándolo, levantándome
temprano, gastos de material, tiempo, trabajo…) luego seguimos
con el aprendizaje a ver si doy con la tecla. ¿Te parece?...».
El Universo es de pocas palabras, se le dan
mejor los hechos. De manera que confié, agarré mi carrito con las carpetas,
piedrecitas de colores, diplomas, regalos, galletitas, manteles, pirámide, incienso…
y todo el material pertinente, y me fui para el taller (con la ayuda Merche, artista y conductora de lujo que me llevó en su coche).
Las diez menos cinco, del sábado 14 de mayo,
2022. Probando: ¡¡¡Laaaa!!!! ¡¡¡Dooooo!!! ¡¡¡Reeeee!!! ¿Nada?... NADA. Ni un
hilo de voz.
Llega la gente y me acerco a recibir:
─Hola, ¿tú eres?... Pues toma asiento donde quieras. Encantada.
─Pasa, pasa. ¿Tu nombre? Adelante…
─¿Qué tal? Buenos días, aquí tenéis sitio…
El espacio que nos cedió Merche es
un sitio especial. Nos acomodamos entre muchas de sus obras: cerámicas,
azulejos, pinturas… y todo tipo de arte. La luz se colaba por la cristalera
impregnando la estancia de una atmósfera mágica; me recordó las pinturas de
Vermeer, donde la luz adquiere un color de alquimia, como el que se aprecia en su
cuadro: “La lechera”.
¿¿¿EHHHH??? Pero si tengo voz.
De
pronto, me di cuenta de que estaba recibiendo a la gente, de que podía hablar, de que había vuelto la voz (aguardentosa, pero voz, que era
lo importante). ¡Perfecto!, el pacto en marcha, nunca lo dudé…
La palabra me acompañó las tres horas que duró el taller. Aprendimos, nos reímos,
debatimos y compartimos unas horas de lujo donde la energía allí concentrada
formó una especie de burbuja luminosa que nos envolvió por completo (al final,
se nos hizo corto y queríamos continuar, je, je).
La
ganadora del regalo sorpresa fue Olga López, con su “glándula
pineal” a tope de activación, porque antes de que saliera el número premiado, intuyó
que la muñeca, el libro y las florecitas del sorteo serían para ella. ¡¡Enhorabuena!!,
Olga.
Nos hicimos fotos: de grupo, individuales, con diploma, en el jardín, en la puerta, en el baño (broma, ji, ji).
Foto de grupo, aplausos...
Antes
de que la carroza se convirtiera en calabaza y los cocheros, en
ratones, la voz recogió su vestido de fiesta y salió pitando de mi garganta,
escaleras abajo, perdiendo su zapatito de cristal en la huida.
¿Nada de voz? ¡¡NADA!!
YA
EN CASA: Gárgaras con limón y miel; con própolis; ajo, plata coloidal, la piedra
lapislázuli en la garganta, más gárgaras, vapores, sopitas, pócimas…, pero
vamos, hasta que me trabaje el motivo que me llevó a la ronquera y me calce el
zapatito de cristal, esto no se va. Universo, por fa, échame una mano, prima.
Qué gozo leerte. Gracias
ResponderEliminarMaite, qué gusto verte por mi blog y encontrar tu comentario. Muchas gracias, eres un cielo. Besos de miel y canela con música de saxo.
ResponderEliminarNos vemos pronto.