No te lo he dicho; pero, en un descuido, bebí de tu copa y ahora
conozco todos tus secretos. Sé, por ejemplo, que te gusta esperar a la luna en
el balcón, cuando el cielo se acicala de rojo nostalgia y las montañas se
destiñen entre borrones de nubes; y que escribes poesía para seducir a las
chicas.
También sé que adoras el cine,
saltar en los charcos, merendar en el parque y el helado de turrón. Que lees a
Chéjov, y que todo lo sencillo te resulta sorprendente. Además, tienes una
marca de almíbar al final de la espalda, y una constelación de pecas en el
pecho. Ya ves, con un sorbo de tu copa, todo lo que he descubierto.
Y ahora pienso: ¿cómo encontraré el camino a casa el día que me
emborrache de ti?
Mercedes Alfaya.
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