Karen Hollingswoth
Hace tiempo que me retiré a una isla (yo..., no mi cuerpo). Allí me
encuentro a salvo de los tormentos de la memoria, de las afiladas esquinas del
mundo, de los incontrolables torbellinos del amor. En mi isla, sobrevuelo la
copa de los días y me repliego en los amaneceres de espuma. Las plantas crecen
para mí y los pájaros nunca dejan de cantar.
De vez en cuando, regreso a mi cuerpo, le limpio las ventanas y me bebo
sus lágrimas. Lo zarandeo, le inyecto coraje en las venas, le desenredo la
tristeza y le coloco la sonrisa en su sitio. Y él (mi cuerpo) se me queda mirando,
con la vida en los bolsillos, sin saber qué hacer…
Cualquier día lo envuelvo en un trozo de terciopelo rojo, lo cargo al hombro y
me lo traigo a la isla.
Mercedes Alfaya
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