Ya estoy buscando sitio para arrinconar la colchoneta
de la playa, la sombrilla, los manguitos del niño, el cubito y la pala,
la tabla de surf, los bikinis, las toallas, el bronceador y las rebajas: no
veas la de cosas que me he comprado en las rebajas; y a precio de saldo; no
sé si para usarlas o para despejar el stop que acumulan las tiendas, pero ahí
están, rellenando mi armario. ¡Ay!, cómo me gusta abrir el armario y verlo
atestado de ropa: este modelito me sentará como un guante en cuanto adelgace unos
KILOS. Y los piratas a diez euros son una pasada, me traje cinco; cada uno de
un color.
Además, me he comprado un montón de zapatos,
vestidos, camisetas, pantalones, sombreros, bolsos (“tiraos”. Los bolsos de
telita y lentejuelas están tiraos de precio; y los otros, también). Lo voy a
meter todo en la maleta, este año ya no me da tiempo a estrenar nada.
Se acaban las vacaciones y hay que colocarse las pilas:
¡Uy!, ¿dónde las guardé?...
Organización.
Lo primordial es una
bolsa enorme (necesito desprenderme de todo lo que compré el año pasado que no
me he puesto, y dejar sitio para todo lo que he comprado este año que no me pondré). Ahora que
lo pienso, me hace falta un armario más grande, aquí ya no cabe nada… Apunta, nena: comprar un armario nuevo, a ser posible, de ocho puertas; me
apañaría con siete: eso sí, sacrificando algunos vaqueros, las tres chaquetas
que pasaron de moda, los ocho vestidos que no me entran, el traje ibicenco (no
pienso asistir más a esa fiesta pija de la playa), la maletita salmón
(demasiado pequeña para viajar) y los patines (no sé cómo se me ocurrió comprar
unos patines si yo no me sostengo ni en las escaleras metálicas).
En fin, que tengo que activar las pilas y dejarlo
todo organizado antes de volver al trabajo. Por cierto, ¿dónde puse el
uniforme? ¡Ay! Dios…, ¿a que lo llevé a la tienda solidaria cuando hice la
limpieza a principios de agosto?... ¿Y qué hago yo ahora sin el uniforme?... Si es que toda la culpa la tienen las rebajas,
el verano y estos puñeteros armarios de juguete donde no cabe nada.
Mercedes Alfaya.
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