LOS BUENOS MAESTROS
¿Qué tal te encuentras?... Es la
pregunta. Y yo respondo: «bien,
esto ha sido una
bendición». Y suena prepotente, pero así lo
siento. Pensamos que
nuestra vida va bien, que podemos con todo, que hay que seguir, que estamos
sanos… Y va el Universo y te echa una manilla para que todavía te vayan mejor las
cosas, y te manda unos días al hospital con un buen susto.
Y sales, y ahora cambia tu mentalidad,
tu forma de vida, tu alimentación y todo lo que te rodea en general: a
descansar una temporadita, nada de grasas, todo a la plancha, reducir la sal, no azúcar,
no tabaco ni alcohol (aunque yo ni fumo ni bebo) caminar una hora diaria, nada
de berrinches ni sofocos, a mimarte, a cuidarte y a mirarte al espejo con
la certeza de que tú eres lo más importante de tu vida.
Pues eso, si ya me tomaba la vida
como un precioso regalo, ahora que estoy descansando, perdiendo peso, haciendo ejercicio,
cuidando lo que como, lo que pienso, lo que me rodea y lo que quiero o no
quiero en mi vida…, las posibilidades de ser feliz aumentan de forma considerable.
Por eso, ¿quién dijo que sufrir un infarto es algo chungo? Lo es si cuando llega
no aprendes lo que ha venido a enseñarte, y yo, con los buenos maestros, soy
muy buena alumna.
¡A cuidarnos!
Abrazos soleados con aromas
silvestres.
Mercedes Alfaya.