viernes, 6 de septiembre de 2019

Juanjo y Juanjo


        
         De cómo los niveles de conciencia determinan la conversación con un muerto.

         Juanjo y Juanjo

         Juanjo es empleado de una funeraria y le gusta su trabajo, sobre todo porque no discute con los clientes. También los maquilla, los pone guapos y ni rechistan.
            Pero es en los viajes largos, cuando hay que trasladar a un finado de un pueblo a otro, o de una ciudad a otra, cuando Juanjo establece un vínculo especial con el muerto.

            Juanjo (en su antiguo nivel de conciencia):
            Bueno, tío, arranco y nos vamos.
            Hay que ver, tu último paseillo y te han dejado más tirado que una escoba en el desierto; ahí te das cuenta de que la familia es una mierda, así de claro, con todas las letras. Para qué te quieren acompañar si el entierro no es hasta mañana… Bueno, no te apures, aquí estoy yo. Te voy a contar un chiste que te viene que ni pintado: un tío llega al cementerio y pregunta, ¿está Pepe? Y escucha una voz que dice, noooo, pero vendráaaaa, vendráaaaa, jeje, jeje. Ni maldita la gracia que te hizo ¿a que no? Bueno, de qué quieres que hablemos (oye, que lo de “hablemos” es un decir…, ya sabes). Espera…, a ver si me despisto y nos vamos los dos a Calatayud. Sí, es por aquí..., vamos bien... Bueno ¿qué pasó? Te colgaste de la lámpara ¿no?... ¿Deudas? ¿Se fue tu suegra a vivir con vosotros? ¿Te engañaba tu mujer?... Da lo mismo... Tomaste una decisión chunga.  ¿Sabes lo que yo hubiera hecho? Me hubiera sacado un billete a las Bahamas y que marisqueen los mariscadores, no sé si me explico.
             En fin, que cuando lleguemos te voy a maquillar del diez, vamos que ni el Wojtyla, mira que se esmeraron poco con los retoques al papa. Yo tengo clientes a los que les he pintado hasta pecas en la nariz y los he empolvado a conciencia; la autoridad de la muerte hay que saber tratarla.  Me ocurrió con una mujer que la pobre presentaba un blanco quebrado de lo más cutre. Le pellizcabas los mofletes y parecían de verdad. Bueno, de verdad sí que eran, quiero decir que parecía que estaba viva, incluso la textura se prestaba al tipo de maquillaje que yo empleo. La dejé que ni la Monroe, je, je. ¡Ay! Mi Marilyn... A esa sí que me hubiera gustado llevarla en mi coche y pasearla por todo Manhattan; bueno, yo soy de Alcaudete, pero la hubiera llevado a Nueva York con todo el coche lleno de flores y cintas con mensajes: «Mi amor platónico» «Adios a la reina de las diosas» «La tentación vive arriba»...
            ¿Sabes? Uno se siente extraño conversando con alguien a quien ya le importa un güebo todo lo que se dice y todo lo que ocurra fuera del contorno de su ataúd, claro que morirse tiene sus ventajas... Y mira que nos complicamos la vida ¿eh? Unos más que otros. El jueves pasado, sin ir más lejos, tuve que recoger los pedazos de un tipo que se puso delante del tren. Y eso no fue lo peor, se había empapelado el cuerpo con todos sus ahorros: billetes de 100 euros desparramados por el suelo, y yo recogiendo cachos de carne. Si es que hay que ser bruto. Deja aquí la pasta, tío, si a ti ya no te va a servir. Pues no, se lo quiso llevar todo con él. A ese ni lo recibieron en el cementerio. La familia dijo que ahí lo entierren donde pillen que ellos no querían saber nada de él (o de lo que quedaba de él, porque el panorama las pintaba en negro). ¿Mira que dejar a la viuda sin un céntimo...?
            Bueno, perdona, tú dirás que a ti qué te importa la historia del tipo  ese. ¿Ves? la muerte está para que aprendamos a vivir lo nuestro, lo malo es que ya no te va a servir para nada el aprendizaje. ¡Uff! qué bache! No veas cómo están las carreteras...

               
         Juanjo (en otro nivel de conciencia):
               
                Qué pasa, compi. Se termino la escuela ¿eh? ¿Te llevaste muchos puntos? Mira que si no el cabroncete del Super te hace volver…, y la cosa está que arde. Escucha, si ves el túnel de luz y la familia que sale a esperarte, ni caso, que todo es un montaje para que sigamos en el encierro. Tú para adelante, para adelante... todo recto, todo recto... Y no te preocupes por el envase, en un mes los gusanos te lo dejan listo. Bastante tenemos con habernos quedado encerrados aquí, en la Tierra, como para preocuparnos de nada una vez liberados. Ya sabes que todo esto es una farsa, que nosotros no somos este cuerpo limitado de carbono. Bueno, tú ahora lo sabes mejor que nadie. Por cierto ¿a ti te importaría darme una señal de que andas por ahí arriba?... ¡Hostia! ¿Quién ha encendido la radio?... ¿No me digas que ese es el Michael Jackson y la canción de los muertos...?

La oscuridad cae sobre la tierra,
la media noche se está acercando.
Las criaturas se arrastran en busca de sangre
para aterrorizar a todo el vecindario...
¡Espeluznante!

(Del libro:Nuestro personaje en prácticas, de Mercedes Alfaya. 
Disponible en papel (11 euros; solicitar a la autora) y en Amazón (3,14 euros). 

domingo, 1 de septiembre de 2019

Viaje a las Pléyades (Sexta parte)


(Informe de la Pleyadiana que se encuentra en la Tierra)

Hola. Llevo todo el verano instalada en este planeta de experimentación, y parece que debo regresar.



La verdad es que podría haber elegido otro lugar con temperaturas más gélidas, porque aquí, en el sur de España, el astro Rey pega de lo lindo, incluso, sudo y hasta sueño el doble.
En fin, no voy a utilizar esa parte humana tan socorrida como es hablar del tiempo cuando no tienes nada que decir: «¡Vaya sofocos!». «Ha dicho la tele que mañana bajan las temperaturas». «A ver si es verdad, porque llevamos unos diitas…, bla, bla bla…, bla, bla, bla…».
 A lo que vamos…
Qué curiosos son los terrícolas. Se instalan en su personaje, ese al que desde su nacimiento le fueron añadiendo programas, tipo: para ser alguien hay que estudiar; la vida no es un camino de rosas; tienes que cumplir con los valores de la familia; busca tu media naranja; hay que casarse, tener hijos …) y ni siquiera ven que esos no son ellos, sino lo que hicieron de ellos. Porque, a ver…, Magdalena, si tú hubieras nacido en Alaska (por decir algo) ¿serías la misma persona que eres ahora? ¿Pensarías como piensas ahora? ¿Actuarías como actúas ahora?...
 (Magdalena se coloca el dedo de pensar en la boca).


 —La verdad es que no.
Pues, entonces, esa no eres tú. Eres la persona que han hecho de ti. Si eliminas todos esos programas, llegas a la esencia, una que sería la misma aquí que en la Conchinchina (que está al sur de Camboya). Así que, Magdalena, cuando te mosquees, te alteres o te rayes, pregúntate si la que se mosquea, se altera o se raya eres tú o es el personaje de Magdalena con toda esa carga emocional y sintética que lleva a la espalda.
(«Estoy más perdida que un cangrejo en un cubo»—pensará Magdalena).

                                                                

                                                     


V-iu… V-iu… V-iu… Que la pleyadiana deje de parlotear y se prepare para la ascensión (por los altavoces galácticos).
—¡Un momento! Solicito al comandante galáctico que tenga en cuenta mi petición de residir en la Tierra otro periodo de tiempo lineal, con la intención de probar el rescate de algunas almas más antes del impacto.
—Su petición ha sido proyectada a nivel cuántico, con lo que, la respuesta es inmediata. Aquí le paso al jefe:
—Estimada colega pleyadiana: Para que usted pueda participar en la recuperación de las almas desconectadas de la Fuente cuando la Tierra fue invadida por entidades maléficas —esas que, ahora, controlan el poder a todos los niveles—, resulta imprescindible haberse graduado en «Razas con grados de consciencia bajos y egos demasiado altos». ¿Posee usted esta acreditación?
—Desde luego, señor, la tengo.
—Bien, prosigo. Ya sabe que la raza humana adoptó el sufrimiento como forma de vida, cuando el camino hacia la felicidad lo tenían —y lo tienen—bastante claro; y tan sencillo, que no lo ven.
—Así es, jefe.
—¿Cómo haría usted para dar solución a esto?
—Pues, trabajaría con ellos la Aceptabilidad, haciéndoles comprender que aceptar no tiene nada que ver con resignarse, porque la aceptación requiere de algo previo como es la comprensión del por qué y el para qué de todo lo que ocurre en sus vidas. Como dijo el ilustre personaje Dalai Lama: «Nada te hace perder más energía que el resistir y pelear contra una situación que no puedes cambiar».
—Y ¿cómo piensa usted que una raza a la que durmieron, anularon sus capacidades y desconectaron de la Luz comprenda que resulta inútil oponerse al plan divino, y que, esta oposición lo único que consigue es agitar el sufrimiento?
—Conseguiré que lo comprendan con paciencia, Amor y compasión, señor.
—¿Qué es para usted la compasión?, porque no tiene nada que ver con la lástima.
—Desde luego que no, señor. La compasión es el respeto a lo que cada ser humano decide atraer y mantener en su vida mientras llega la iluminación.


—¿Y el Amor? ¿Cómo explicaría usted el Amor, con mayúscula, a esos terrícolas que se alimentan del posesivo más dañino del Cosmos: Mi casa, mi mujer, mis hijos, mi coche
—Les haría comprender que el Amor es algo que necesitan expresar cuando hay dificultades, porque cuando no las hay, lo que expresan es una ligera armonía. Y que el Amor es precisamente lo que se necesita para aceptar aquello que no es fácil para mí, para manejar situaciones complicadas y para aceptar los errores ajenos y los propios.
Silencio…, silencio…, silencio…
—¿Quedó claro, señor?...
—¡Como las partes del huevo que no amarillean! Pleyadiana Alcione, le doy permiso para que se quede en la Tierra el tiempo que necesite en calidad de ayuda al rescate de todas aquellas almas que pueda sacar del fango antes de que Nivirus, el gemelo del sol, desintegre esta reliquia de planeta.




miércoles, 12 de junio de 2019

Viaje a las Pléyades (quinta parte)


Mi amiga, la pleyadiana, ya está en la Tierra.

Parece que se enfundó un cuerpo bastante resultón y cómodo para la experiencia 3D. Y, aunque desconoce el lugar exacto donde aterrizaron, dice que le encantó esa sustancia refrescante y líquida cuya molécula se compone de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno.
Todo esto me lo va contando a través del pleyamobilingüe, conectado a la frecuencia del infinitodecimonónicoestelar, que, a diferencia del móvil terrestre, no necesita “coltan” (el mineral que ha causado más de tres millones de muertes en el Congo debido a las malas condiciones de su extracción).
Dice, además, que le ha sorprendido no encontrar en la Tierra centrales de Serotonina, imprescindible para mejorar los procesos conductuales y neuro-psicológicos en humanos (como añade la información que maneja en su micro chips implantado para el viaje), aunque sí que conocen y utilizan la Shungitha (o piedra inteligente). Y que, incluso, ha visto que algunos humanos purifican su agua con este mineral procedente del espacio. (¡Qué bien! Ya veo que mis paisanos van descubriendo poco a poco algunos secretos beneficiosos para ellos, hasta ahora ocultos por los que controlan y manejan los hilos del planeta).


      Aquí, el bote de 2 litros de agua macerando con los 200 gr. de Shungitha en bruto.

Me pasó la imagen un pleyadiano especializado en «biología celular» que, de vez en cuando, viaja a la tierra, se enrolla con alguna sesentona de buen ver y pasa largas temporadas en su casa hasta que consiga el doctorado Shungi-Galáctico (vaya suerte para la terrícola elegida, porque la limpieza de metales pesados en células con este agua las practica con ella: medio vasito por la mañana..., medio vasito por la noche...; un besito aquí..., otro allí...; shungitha va…, shungitha viene…). 

Ya por la tarde, mi amiga quedó para merendar con el sol (que es un portal energético con entrada en redondel oscuro y salida luminosa) y darle las gracias por permitir la vida en la Tierra. Para ello, cambió de cuerpo y eligió un look de lo más acorde a la velada.



           La merendilla estuvo de lujo, porque dice que con el sol se puede hablar de todo: charlaron de los toroides, que son manifestaciones de la consciencia, además de que cada toroide es una línea temporal. También conversaron acerca de los maestros, tanto ascendidos como de la tierra, jerarquías de poder que no necesita el ser humano, porque, en estos momentos, él ya Es todo lo que necesita Ser.

           —Bueno, si todavía encuentras a alguien perdido, le puedes recomendar un guía, pero, vamos: “Cuando el alumno está preparado, desaparece el maestro” —dijo el sol antes de ocultarse tras la montaña.
Me contó mi amiga, la que partió de las Pléyades en viaje de incógnito al planeta, que vislumbró algunos asteroides y meteoros donde se esconden naves extraterrestres para surcar el firmamento sin ser vistas. Y que uno de los miembros de la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres, en pleno descenso, impartió allí mismo una clase magistral acerca del llamado “vacile” terrestre; muy extendido entre los que todavía piensan en el arcaico y equivocado binomio: «Felicidad=Acumular». Y aquí lo tenemos, en plena experiencia religiosa. 


A media noche, hora terrícola, mi amiga, que ahora habita en densidades de lenta vibración (espacio tiempo incluidos), dijo que, en la Tierra, lo que lleva peor es que todo pesa mucho, que hay que andar por el suelo todo el rato y que no soporta el calzado de ningún tipo. Que lanza las zapatillas al aire, pero que vuelven a caer. Y claro, se las coloca de nuevo para no dejarlas allí tiradas, que le da pena.


 Con la pena, esta no avanza. Y eso que lleva una lista de sentimientos humanos que debe evitar a toda costa para no quedar atrapada en las redes de los programas implantados, entre ellos: la pena. Pero también, el miedo, la hostilidad, la ira o los celos. De todo esto tendré que hablar con ella, porque en la Tierra resulta fácil caer en esa especie de arenas movedizas, donde, luego, a ver quién recoge sus lágrimas y las devuelve a los ojos.
Además, como es su primer aterrizaje en el «planeta-escuela», no he querido meterle más y ponerla en guardia acerca de las “trampas” que debe evitar, sobre todo las del ego.
De manera que volvió a cambiar de look para asearse un poco, desconectó consciencia y dejó el cuerpo aparcado hasta el día siguiente. 
¡Que descanses, bonita! Te queda faena…


Mercedes Alfaya.

domingo, 19 de mayo de 2019

Viaje a las Pléyades (cuarta parte)

                                                                    

           Hoy, en las Pléyades, toca hacer Nada. 

Sí que puedes utilizar la Consciencia, pero con consciencia. 
Piensas en colores y aparece este dibujo. Así de simple.

           En las Pléyades (a las que también se les llama M45) se holgazanea como en todas partes. Pero, claro, al no disponer de cuerpo de carbono como en la Tierra, lo del “descanso” es un decir. Y, como el tiempo aquí no existe, lo del “día libre” tampoco sería correcto. Por eso, quédense con: “Hoy toca hacer Nada”, y listo.          

                
                                                      
Aquí dos de mis compis en un sofá que encontraron vagando por el espacio
 (la contaminación humana que llega a todas partes…).


El caso es que les pregunté a los mandamases si en mi tiempo de Nada podía ver “Serendipity”, una peli que me encanta. Hicieron un gesto raro, como encogerse de hombros, pero sin hombros. Traduje que les daba lo mismo; total, estaba en Nada y, además, aquí tienes libertad suficiente como para hacerte responsable de tus actos. Así es que me dieron vía libre.
                                
                                                   
        


Ya sé que, si no soltamos los egos, las emociones y todo lo que se nos pegó al cuerpo y a la mente no avanzamos. Pero, bueno, que, como se suele decir, hasta para morderte las uñas sin arrastrar los pellejos existe un tiempo de aprendizaje, y en ello estoy, a ver si consigo desprenderme por completo del gustillo de ver estas pelis tan románticas, jeje.

 En fin, que la película completa no la tenían en el circuito de conexiones con la Tierra, pero sí este vídeo tan especial: 
   
     Les dejo el enlace:  Serendipity

   
      Se lo conté a Mirunia, una amiga pleyadiana, y dijo que a ella le hubiera gustado visitar la Tierra para saber cómo se vive ahí. Y, como la siguiente manifestación de los pleyadianos en el planeta está prevista para primeros de junio, la he animado y se acaba de apuntar al viajecito interestelar con destino "La Tierra".
     Por eso, hoy, en mi tiempo de Nada, le anoto instrucciones de cómo es el planeta y la forma que tienen mis expaisanos de manejarse allí.
    
     Resulta difícil explicarle a una extraterrestre de 5ª dimensión, por ejemplo, que, en la Tierra (3ª dimensión) la gente se maneja con programas implantados donde repiten patrones erróneos provenientes de sus progenitores y familiares; que todavía piensan que su vida depende de lo que ocurre fuera de ellos; que ignoran que el prójimo (ese que tanto les molesta) también son ellos mismos, o que la enfermedad está ahí para avisarles de que existe incoherencia entre lo que piensan, lo que sienten, lo que dicen y lo que hacen; además de que la gente se deprime o se estresa porque viven en el pasado o en el futuro, pero nunca están en el aquí y el ahora. "Será en la Nada o el Absoluto", me corrige ella. Bueno, eso es aquí, en las Pléyades, pero en la Tierra donde todavía ignoran que solo existe el momento presente, mejor quedarnos con la expresión de tiempo y lugar "aquí y ahora", le confirmo. 


    No sé, no sé…, yo creo que esto a mi amiga le va a resultar un tanto arcaico, deslucido y absurdo. Mejor le doy la ubicación de Suiza, dónde venden los mejores chocolates del mundo y lo demás que lo descubra ella. 
   
                                                                     

Nombré el chocolate y esta vaca se coló por un agujero de gusano.




                        Aquí Suiza, un país avanzado donde los campos se pueden dejar abiertos que la gente no se lleva nada, y donde el gobierno por consenso ya está en marcha: vamos, que no consienten que ningún partido político decida por ellos, quieren que les pregunten acerca de todo aquello que afecte a sus vidas y a su futuro.
                   (No me atreví a recomendarle España por lo que ustedes ya saben...)





                             A ver qué cuenta mi amiga pleyadiana cuando vuelva de su viaje a la Tierra... 

Mercedes Alfaya.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Viaje a las Pléyades (tercera parte)


 Me han preguntado (de forma telepática, claro) que cómo se está por estos lares. Pues bien, unos ratitos de trabajo y otros de descanso, como en todas partes. Jardines no es que haya, pero, mira, te acoplas y te dejas inundar por el mar de estrellas. De broncearte, nada, aunque en el cutis sí que se nota. Será por el ozono, que aquí lo guardan en frasquitos y te lo puedes llevar de regalo. Lo que no debes es dormirte en las plataformas de descanso; véase el riesgo de porrazo mayúsculo.


                                                                   


     Aquí lo que prima es el silencio, no como en la Tierra que, de cinco minutos de charla, más de las tres cuartas partes se pierden en la sideral; quiero decir que ni se aporta nada ni te escucha la gente. Yo esto lo probé antes de venirme para acá. Dije: «Se está rifando un viajecito a las Pléyades y he comprado todas las papeletas». Y la gente se limitó a mirarme con una mueca bobalicona y a seguir con sus móviles. Claro, lo dije en el autobús de línea, con lo que, la posibilidad de que me tomasen por loca era la misma que la previsión de lluvia cuando lo de Noé, el ciento por cien. Pero bueno, que yo les voy a seguir informando de cómo van las cosas.

     Por cierto, me acabo de enterar de que están enviando señales a la Tierra a ver si la gente las pilla, porque, hablar de esto, así, abiertamente, no se puede. Los Arcontes andan por todas partes, y son peligrosos. Pero miren la foto que apareció en el monitor de abordo, esto es muy fuerte ¿no? En la calle, a plena luz del día... , pues ni lo vieron. 



           También han enviado agentes camuflados para que, en cualquier momento, ayuden a la población a evacuar. Esto hay que matizarlo, porque la palabrabreja no tiene nada que ver con dar de cuerpo (que también afecta a la mitad de la población). Pero, bueno, ya en su momento se verá. Aquí les dejo a un pleyadiano camuflado en el interior de un coche, tomen nota, están por todas partes. 





       Y no se olviden del sol. Ese sí que les puede dar un susto. ¿Se han fijado en cómo está el sol ahora? Yo, cuando llegue el momento, les aconsejaría que se dejasen llevar el cuerpo de carbono para que se les pueda instalar el otro, el de silicio (mucho más acorde con la nueva energía). Y que no se resistan, será peor. Entregarse y fluir, eso es todo. O, si se quieren venir a las Pléyades... Solo tienen que tomar papel y lápiz y a escribir lo que desean especificando todo muy bien (como hicieron los niños de Mary Poppins con la  petición de niñera). Luego, lo queman, o lo tiran por el water, y a esperar a que la nave aparezca y los absorba como a una mota de polvo...


Aquí con mi antiguo cuerpo de carbono simulando la matrix
      
       No se fíen de las apariencias, en el espacio todo rejuvenece. 
      Seguiremos emitiendo en frecuencias alfa y omega.
      Mientras tanto: sin noticias de Dios.

Mercedes Alfaya.





domingo, 28 de abril de 2019

Viaje a las Pléyades (segunda parte)


                                                                           
Ya me acoplé a 5ª dimensión.

Les cuento:

Como dije, aquí no se necesita cuerpo, tampoco existen parejas como tales (y no tiene nada que ver con el poliamor, qué va, eso es un invento de la tele). El éxtasis se manifiesta de forma subliminar, es decir, nada de orgasmos ni intercambio de fluidos. ¿Qué cómo se apañan entonces? Se apañan. ¿Recuerdan los trances de Santa Teresa, o de San Juan de la Cruz…?, pues, eso, no les digo más…

                                           


El caso es que el teatro que cada cual representa en la Tierra, aquí también se da, pero se da con Consciencia, como forma de diversión. Te disfrazas y adoptas un personaje, el que quieras, sin perder la referencia de que ese no eres tú. En cambio, en la Tierra, te lo crees todo; llámese creencia al hecho de pensar que Juan, divorciado y conductor de autobús, es Juan, divorciado y conductor de autobús; o que María, administrativa, madre de dos hijos, casada con Benito y que vive en el 4º D, barrio de la Esperanza es María, administrativa, madre de dos hijos, casada con Benito y que vive en el 4º D, barrio de la Esperanza. Para que lo entiendas mejor, que aquí todo es auténticamente auténtico, sin programas ni cartón. ¡Esencia pura! Lo que es, es. Y lo que no es, no es. Así de claro, como la parte del huevo que no amarillea. Y si te disfrazas, lo haces por diversión, Avatares, solo para el juego.

Les voy a mostrar mi personaje de estos días. Me encanta. Miren qué look, con el que nunca me atreví en la Tierra. ¿Por qué?... Vete tú a saber: miedo, normas, prejuicios…  Como aquí se disuelve el personaje, pues uno puede cumplir sus sueños, ¡y que se mueran los feos! (que es un decir, porque ya he comprendido que todo el mundo tiene su encanto).



¡Ea! pues, ahí estoy yo, la nueva fashion planet, la que siempre quise ser, la que soy y la que seré por siempre jamás; o por un rato, lo que yo quiera que dure mi personaje. ¡Huy! Todavía me cuesta decir eso de “Lo que yo quiera”, es como si me liberara de todo, como si me expandiera, una sensación pletórica. Ojo, hacer lo que uno quiere no tiene nada que ver con hacer lo que te dé la gana, que eso sí está penado.


 ¡Jo! Y que me haya tenido que venir al espacio para experimentarme y ser yo misma…  ¡Esto mola! supercalifragilisticoespiralidoso. ¡Lo dije del tirón! y con un hueso de aceituna en la boca (ahora mismo lo escupo por el diente. Lo traje para que me ayudara a salivar y que los jugos gástricos no se mezclasen con el éter). 

Bueno, ya les contaré, que voy a consultar los picos de la "Frecuencia Chumann" (el latido terrestre), a ver qué tal. He visto que se avecina tormenta ahí abajo y no me lo quiero perder.

 ¡Dios! Con la que está entrando y mis paisanos sin enterarse; claro, cuando no son las votaciones, es el partido de fútbol, la Pantoja, la semana santa, las comuniones, las ofertas del Lidl o a ver dónde comemos mañana que están todos los bares llenos..., el caso es que no se enteran de nada... En fin, cuando lleguen las naves, sí que van a despertar, que espabilen o se queden en tierra (que es otra opción). Yo, mientras tanto, a disfrutar de mi auténtico yo y mi look pleyadiano.

                                                       

Nota: Si me ven tripetida, no se asusten, es por el llamado efecto espejo, que aquí se usa mucho, más que nada para que aprendamos de nosotros mismos observando a los demás, que también somos nosotros mismos.
¡¡¡Chaito, hermanos!!! Hasta la próxima conexión. 



miércoles, 24 de abril de 2019

Viaje a las Pléyades (primera parte)







Esperando a que me evalúen para subir a la nave.

Como he trabajado duro, aprobé las asignaturas de reciclaje personal, social y otras hierbas, dejé mi ego en el poyete de la ventana y conseguí estornudar sin salpicar a nadie, me han seleccionado para el viajecito a las Pléyades. Antes, me las tendré que ver con Rigoberta, la máquina del futuro supervisada por Yurio, el secretario del comandante galáctico.

             En la imagen, el hombre preocupado porque no se escuchan los latidos del corazón. Como dijo que me quitara de encima todo lo que emitiera ondas o frecuencias…, dejé el corazón en la bandeja de entrada. Pero, vamos, que lo rescato enseguida.







—Un momento, quíteme esto, por favor, que voy a por el corazón y ahora vemos. 





                                                                 




Solucionado.


Aquí, ya en pleno Registro Eléctrico Cerebral (todo sin respirar ni nada).



 Y ascendiendo a trifásica…
‡‽ǮƱϡϔδ!! ‡‽ǮƱϡϔδ, ‡‽ǮƱϡϔ.



Dice la máquina que colesterol no tengo, pero que arrastro un poco de ansiedad, será por las macetas. Tengo la casa inundada de plantas y no doy abasto. Algunos días, incluso se me olvida comer. Me dijeron que les hablara porque así se mantienen lustrosas. Y me paso el día de monólogo en monólogo. Ellas sí que escuchan (creo), pero ni parpadean. Bueno, lo de parpadear es un decir.
El caso es que mis conversaciones con la especie vegetal han llegado hasta la Estratosfera y parece que entretienen a los extraterrestres en la hora del cafelito, por eso me han elegido para la misión Delta-5 fugi (que no tengo ni pajolera idea de lo que significa), pero que accedí porque me enteré de que en la cocina interestelar, todo lo que sirven de comer es de octava dimensión y no engorda nada, y con lo que me gusta la tarta de queso con arándanos y una pizca de sal, a ver si hay suerte y la tienen descafeinada; vamos, sin calorías.
            Como también me van a mirar la forma de morderme el labio, la zancada con tacones de aguja y la ansiedad…





 Bueno, a esperar el resultado del cuestionario. Yo a todo contesté que SÏ, total, el No ya lo tengo. Creo que una de las preguntas era si estaría dispuesta a rotular por fuera el número de las naves en venta. Dije que, vale, siempre que me enganchen con el cordón pertinente para que no me arrastre un agujero negro… Pero, claro, antes, tengo que pasar la prueba de la escucha activa, donde me proporcionarán las instrucciones para el simulacro. Por eso, me han dicho que espere aquí, en la cafetería pleyadiana. Que, como verás, hay que suspenderse un poco en el aire para que los camareros reconozcan que estás esperando a lo de las naves y no te hagan ni puñetero caso. 



A las cinco en punto de la tarde, concluí las pruebas pertinentes con una nota media de “más que aprobado”, lo que me valió para ascender de inmediato.




Claro que, como ahí arriba no funcionan los móviles, ni los microondas ni se permiten los plásticos, me costó averiguar cómo haría para avisar a la familia de que no voy a estar. O, sí que estaré, pero sin estar. Por eso, como dicen que una imagen vale más que mil palabras, les dejé la foto de las sillas vacías de ahí abajo, a ver si lo pillan.




Y, nada. Por lo demás, me encuentro bien. Ya subí a la nave. Muy limpio todo. 

Pronto me darán el uniforme y la pastilla. Me han dicho que el cuerpo se pierde, pero que ni te enteras. Acabo de mirarme al espejo y esto es lo que veo… Oye, no está mal, me gusta…




Bueno, ya tengo lo necesario para el laboreo (que aquí nada de NI-NI). Mi cuadrante dice que tengo bastante faena antes de colocarme el arnés de funcionaria pleyadiana, como saludar a los cometas que aterricen en nuestra plataforma cósmica; recortar el satélite lunar cuando llegue a menguante; reponer los envases de oro coloidal para la exportación; regar las nubes que descargan en Tierra, y más cosas.
Aquí viene el comandante galáctico, a ver si me asigna ya una celdilla con cinturón para las curvas, que no veas lo que se mueve esto.
   


Mercedes Alfaya.