miércoles, 24 de abril de 2019

Viaje a las Pléyades (primera parte)







Esperando a que me evalúen para subir a la nave.

Como he trabajado duro, aprobé las asignaturas de reciclaje personal, social y otras hierbas, dejé mi ego en el poyete de la ventana y conseguí estornudar sin salpicar a nadie, me han seleccionado para el viajecito a las Pléyades. Antes, me las tendré que ver con Rigoberta, la máquina del futuro supervisada por Yurio, el secretario del comandante galáctico.

             En la imagen, el hombre preocupado porque no se escuchan los latidos del corazón. Como dijo que me quitara de encima todo lo que emitiera ondas o frecuencias…, dejé el corazón en la bandeja de entrada. Pero, vamos, que lo rescato enseguida.







—Un momento, quíteme esto, por favor, que voy a por el corazón y ahora vemos. 





                                                                 




Solucionado.


Aquí, ya en pleno Registro Eléctrico Cerebral (todo sin respirar ni nada).



 Y ascendiendo a trifásica…
‡‽ǮƱϡϔδ!! ‡‽ǮƱϡϔδ, ‡‽ǮƱϡϔ.



Dice la máquina que colesterol no tengo, pero que arrastro un poco de ansiedad, será por las macetas. Tengo la casa inundada de plantas y no doy abasto. Algunos días, incluso se me olvida comer. Me dijeron que les hablara porque así se mantienen lustrosas. Y me paso el día de monólogo en monólogo. Ellas sí que escuchan (creo), pero ni parpadean. Bueno, lo de parpadear es un decir.
El caso es que mis conversaciones con la especie vegetal han llegado hasta la Estratosfera y parece que entretienen a los extraterrestres en la hora del cafelito, por eso me han elegido para la misión Delta-5 fugi (que no tengo ni pajolera idea de lo que significa), pero que accedí porque me enteré de que en la cocina interestelar, todo lo que sirven de comer es de octava dimensión y no engorda nada, y con lo que me gusta la tarta de queso con arándanos y una pizca de sal, a ver si hay suerte y la tienen descafeinada; vamos, sin calorías.
            Como también me van a mirar la forma de morderme el labio, la zancada con tacones de aguja y la ansiedad…





 Bueno, a esperar el resultado del cuestionario. Yo a todo contesté que SÏ, total, el No ya lo tengo. Creo que una de las preguntas era si estaría dispuesta a rotular por fuera el número de las naves en venta. Dije que, vale, siempre que me enganchen con el cordón pertinente para que no me arrastre un agujero negro… Pero, claro, antes, tengo que pasar la prueba de la escucha activa, donde me proporcionarán las instrucciones para el simulacro. Por eso, me han dicho que espere aquí, en la cafetería pleyadiana. Que, como verás, hay que suspenderse un poco en el aire para que los camareros reconozcan que estás esperando a lo de las naves y no te hagan ni puñetero caso. 



A las cinco en punto de la tarde, concluí las pruebas pertinentes con una nota media de “más que aprobado”, lo que me valió para ascender de inmediato.




Claro que, como ahí arriba no funcionan los móviles, ni los microondas ni se permiten los plásticos, me costó averiguar cómo haría para avisar a la familia de que no voy a estar. O, sí que estaré, pero sin estar. Por eso, como dicen que una imagen vale más que mil palabras, les dejé la foto de las sillas vacías de ahí abajo, a ver si lo pillan.




Y, nada. Por lo demás, me encuentro bien. Ya subí a la nave. Muy limpio todo. 

Pronto me darán el uniforme y la pastilla. Me han dicho que el cuerpo se pierde, pero que ni te enteras. Acabo de mirarme al espejo y esto es lo que veo… Oye, no está mal, me gusta…




Bueno, ya tengo lo necesario para el laboreo (que aquí nada de NI-NI). Mi cuadrante dice que tengo bastante faena antes de colocarme el arnés de funcionaria pleyadiana, como saludar a los cometas que aterricen en nuestra plataforma cósmica; recortar el satélite lunar cuando llegue a menguante; reponer los envases de oro coloidal para la exportación; regar las nubes que descargan en Tierra, y más cosas.
Aquí viene el comandante galáctico, a ver si me asigna ya una celdilla con cinturón para las curvas, que no veas lo que se mueve esto.
   


Mercedes Alfaya.

1 comentario:

  1. Me alucina tu estilo. Esa mezcla irónica y divertida y, con toque de crítica. Enhorabuena!!!

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