viernes, 24 de septiembre de 2021

PIENSA MENOS Y CAGA MÁS

 

PIENSA MENOS Y CAGA MÁS 

Yo, cuando me siento en el váter, lo que hago es pensar… (perdón por la imagen creada en el lector, pero como esto es patrimonio de la humanidad —y familiar—, no va a herir la sensibilidad de nadie; creo yo). Retomando lo dicho: que yo, cuando entro al baño, lo que hago (mientras…) es pensar.

Imagino que la mayoría de la gente “actual” (porque antes el protagonista era el periódico o la revista) aprovecha esos momentos íntimos para mirar los mensajes del móvil, las noticias del móvil, los anuncios del móvil y el cotilleo del móvil. Yo no. Yo pienso, o me dedico a observar los azulejos de la pared de enfrente: cuento las aristas, trato de adivinar el área de cada cuadrícula, o se me viene a la mente la Espiral de Fibonacci y sus múltiples aplicaciones en ciencias de la computación, en matemáticas, en teoría de juegos, en la disposición de las ramas de los árboles, en la reproducción de los conejos, en cómo el ADN codifica el crecimiento de formas orgánicas complejas… En fin, que esta espiral me tiene fascinada. En realidad, no es a mí a quien sorprende todo esto, sino a mi personaje, porque la información de todo la llevamos dentro, y bastaría con activar su recuerdo, sin necesidad de pensar.

Pensar es liarte, entretenerte, perderte en el laberinto, que la mente tome el mando. Y, claro, sin mirar el móvil, con la mente en blanco y sin la fascinación de esa espiral que muestra el carácter cíclico de la evolución, ¿Qué queda? ¡Cargar! (acabo de descubrir lo que significa el refrán de: «Al pan, pan; y al vino, vino»). Si es muy sencillo. Piensa menos y caga más. Límpiate por dentro. Deja que se vaya por el váter todo lo que ya no necesitas. Claro que, si hoy no me hubiera acompañado el ordenador a este punto solitario de silencio y excreción natural, a ver cómo me las hubiera apañado para escribir esto que sale del tirón o no sale (no traten de imaginar la escena, porque ni mucho menos me llevé el ordenador al baño, es una forma de seguir con el relato).

 

DOS DÍAS DESPUÉS…

No sé si habrá servido para algo, pero yo, desde que me meto al váter sin otra que mi inconsciencia consciente, me va mejor la cosa; incluso me llegan señales, ondas de otros planetas y frecuencias menos densas que las terrestres. ¿Estaré saliendo de la matrix? Si es que hay cosas que no nos cuentan para que no despertemos, y esto de cagar sin distracción y de forma consciente es una de ellas. ¿Que no? Prueba…

 

viernes, 10 de septiembre de 2021

VIAJE AL CONTENEDOR


¿Esto qué es? Ah, sí, una cajita mona, era de galletas, la guardé “por si” hace un par de años. ¡Fuera! ¿Y estas tapaderas de ollas? ¡Fuera! (con una tengo bastante). Más cosas. A ver…, fideos, espaguetis, arroz blanco, todo lo que no entra en mi dieta… ¿Descafeinado? Ni probarlo, los descafeinados tienen metales, mejor el café entero, Bio, de Colombia, Ecológico, del Carrefour. ¿Y esto? Velas de cumpleaños en paquete, “por si”, a tirarlo; si al final no necesito ni la mitad de las cosas que guardo (¡Uy! Me salió un pareado, es que yo en otro tiempo fui poeta: “Cuando dorado se cierne el sol sobre tu regazo, de la luz que te contemple quisiera yo ser el rayo” (de lo más cursi). Ahora me dedico a simplificar mi vida y a currarme por dentro. En fin, sigamos…  

  Latas de pintura abiertas “por si” ¡pero si esos colores ya no los uso ni los usaré más…! A la bolsa… Vaya, cuánto espacio libre… Se me está ocurriendo algo… ¿Y si dejara de identificarme con todo lo material? Quiero decir, adoptar el minimalismo, que no es otra cosa que dejar el salón con una mesa, sillas, el sofá y una plantita que purifique el aire, ¡nada más! Claro que el minimalismo donde hace efecto, además de con las cosas materiales, es en lo personal. ¿Cómo? Limpiando y actualizando la mente, la agenda de contactos, los recuerdos, los sentimientos, el pobre de mí, el qué lástima de aquel, el no tengo más remedio, el ya lo resolveré…, también, dejando de prestar atención a lo superfluo, a lo contaminado (noticias y comentarios banales), seleccionando lo que quiero en mi vida, evitando que me afecte lo que ocurre a mi alrededor (imperturbabilidad) y no enrollándome tanto con los escritos. ¡Simplifica, nena, simplifica! ¡Ah! Importante, importantísimo, primordial: flota, fluye, identifica al enemigo —que suele habitar en ti— y avanza, incluso en la oscuridad, tu linaje es tu mejor guía. ¡Uy! Me salí del personaje, je, je. Igual el minimalismo es lo que necesitaba para contactar conmigo misma. ¡Claro!, con tanta cosa que no sirve para nada, es que ni se ve el camino. Mañana me pongo con los pañuelos del cuello (demasiados), con los libros que ya no valen, con los recuerdos caducados y con las calles sin salida. El personaje todavía no se ha enterado de que el mejor viaje es el que hacemos al contenedor de basura, porque nos libera de lo pasado (CON “A”) y de lo pesado (CON “E”), de lo inservible, de lo que contamina, de los obstáculos que nos impiden avanzar.

Y ahora pienso: ¿En serio hace falta tanta explicación para decir que quiero simplificar mi vida? A ver: ¿Cómo habría escrito esto de forma minimalista? Ahí va:

«Ahora vuelvo, me voy de viaje al contenedor».