miércoles, 20 de octubre de 2021

UN INSTANTE EN EL TIEMPO

 

Si te quedó pendiente el haberte comunicado con alguien que ya no está, todavía puedes hacerlo. Yo decidí escribirle a mi padre y, mientras lo hacía, mira lo que ocurrió…

 

                              *               *             *

Hola, papá:

Hace mucho que quería escribirte, sobre todo porque me comuniqué poco contigo; mejor dicho: nada.

Yo, de pequeña, te sentía distante, serio y muy lejos de mí. Nunca me acogiste en tus brazos para decime, por ejemplo, lo que yo valía, lo lista que te parecía, lo importante que era para ti.

Me detengo un instante a sentir tu presencia, y no me llega nada.

Nunca me explicaste por qué tú y mi madre discutíais tanto, ni qué significaba yo para ti. La imagen que tengo de mí es la de una niña perdida, tímida, sin saber cómo enfrentarse a las cosas.

La comunicación entre nosotros nunca estuvo presente, por lo que aprendí a resolverlo todo sola y a interpretar el mundo a mi manera.

La verdad es que estaba orgullosa de ti, la gente decía que eras una persona sabia, aunque esa sabiduría nunca la compartiste conmigo. No tengo mucho más que decirte, me hubiera gustado que me llegara todo eso que yo necesitaba de ti y que nunca tuve. De todas formas, muchos besos, papá.

                        

                                       *           *          *

Hola, mi niña:

Sé que no fui un padre modelo en el sentido más amplio de la palabra. Nadie me enseñó a serlo; yo tampoco busqué la manera. De lo que sí puedes estar segura es de que siempre ocupaste mi corazón.

Aún sin palabras, yo me comunicaba contigo de alguna forma, desde mi silencio, desde mi ausencia, desde mi propia soledad.

A mí me faltaba valor para tomar las riendas de mi vida y eso no quería trasmitírtelo a ti, quizá por eso opté por la reserva y el silencio.

En la lectura estaba mi refugio y eso me ayudó en el camino; no sé si te sirvió de referencia.

Quiero que sepas que tu nacimiento representó el día más feliz de mi vida y que siempre te tuve ahí, muy adentro, en lo más profundo de mí.

Desde la sombra, mientras crecías, yo te admiraba muchísimo, porque veía una gran fortaleza en tu interior, algo que yo nunca tuve. Quizá mi mano te habría ayudado a cumplir muchos sueños y a elegir tu camino con certeza y confianza, pero no estuve ahí para ti, como tampoco estuve ahí para mí.

            Sé que ahora, en estos momentos, has superado todos tus miedos y te has liberado de muchas ataduras; te bendigo por ello, y te digo que estaré siempre ahí, a tu lado, en silencio, alentándote a seguir, a librar cualquier batalla, a confiar en ti, para que te sientas acompañada y no desfallezcas nunca.

            Aquí me tienes, a tu lado, en este inicio recién creado y precioso en el que quiero estar presente para ti, celebrando contigo todos tus logros y acompañando todas tus posibles soledades.

            Te mando un abrazo grande y toda la fuerza que precises para seguir creciendo. Eres una mujer de primera, y no necesitas que nadie te lo diga; ni siquiera yo. Estoy muy orgulloso de ti, siempre lo estuve.

            ¡A por todas, mi princesa!

            Besos,

            Papá.

jueves, 7 de octubre de 2021

TOCA VOLAR

 

 

TOCA VOLAR

 

He conseguido algo: cada vez necesito menos los aplausos, incluso ahora veo la vida como desde una butaca, sin juzgarla. Acepto todo lo que ocurre comprendiendo que si algo está ahí es porque tiene que estar, y lo que no está es porque no lo necesito. Dicho esto, hoy estoy que floto, y mis palabras claves son: «Me parece perfecto».

Lo mejor que le puede ocurrir a alguien es haberse liberado de su personaje, de ese que representa cada cual, con sus programas adquiridos, porque, si yo hubiera nacido en Singapur no sería la misma que soy ahora ni tendría las mismas vivencias, por lo tanto, esta no soy yo, sino el producto de mis circunstancias. Moverme en ese Yo, independiente del lugar de nacimiento y los programas, ya es un hecho.

La verdad es que, en este momento, no necesito la aprobación de nadie, ni que me digan lo lista que soy, lo que les gusta de mí, lo bien que lo hago, las palmaditas en la espalda… ¡Nada! Solo respirar, que me llegue el sol (como a Diógenes en el tonel), la luz, anotar lo que siento, observar la vida, vivirla, dejarla que me habite o que se vaya; me es indiferente. Hoy, por primera vez, comprendo que mi película está rodada y que me toca sentarme en la butaca (con palomitas o sin ellas) contemplar lo que ocurre, disfrutarlo, desapegarme de todo, porque ese todo está fuera de mí, y yo, mera espectadora, lo único que necesito es Ser. Vaya, me levanté profunda, ¿será el café Bio-Ecológico-de Tueste Natural y de Colombia? Seguro que no. Aunque, es cierto que me lo tomé en la terraza, con la mirada en el horizonte y la proyección en mi interior: toda esa belleza matutina (y más) soy yo; lo sé. ¿Para qué necesito que nadie me lo diga? ¡Uy! Como diría mi hermana: ¡Qué bonito, nena, la casa de la pradera!

Por cierto, toca volar un rato. Me descomprimo (por decirlo de alguna forma) busco mis gafas de mirar el mundo con los ojos nuevos, me despojo de todo sentimiento, culpa y omisión, escurro la impaciencia, el miedo, la culpa, y me elevo por encima de todo lo creado (sí, ya sé que repetí la palabra “todo”, pero como soy consciente y me lo permito, está bien dicho por haberlo dicho yo). Como decía, que me elevo. Igual regreso dentro de un rato, todavía vivo en la matrix y tengo que ir a Mercadona, poner la lavadora…, aunque, eso será después. Así que, ahí les dejo con su bonito día (y si no es bonito, miren a ver dónde están permitiendo que se les tuerza). ¡Hasta luego, Mari Carmen!