TOCA VOLAR
He conseguido algo: cada vez necesito menos los aplausos, incluso
ahora veo la vida como desde una butaca, sin juzgarla. Acepto todo lo que
ocurre comprendiendo que si algo está ahí es porque tiene que estar, y lo que
no está es porque no lo necesito. Dicho esto, hoy estoy que floto, y mis
palabras claves son: «Me parece perfecto».
Lo mejor que le puede ocurrir a alguien es haberse liberado de su
personaje, de ese que representa cada cual, con sus programas adquiridos,
porque, si yo hubiera nacido en Singapur no sería la misma que soy ahora ni
tendría las mismas vivencias, por lo tanto, esta no soy yo, sino el producto de
mis circunstancias. Moverme en ese Yo, independiente del lugar de
nacimiento y los programas, ya es un hecho.
La verdad es que, en este momento, no necesito la aprobación de
nadie, ni que me digan lo lista que soy, lo que les gusta de mí, lo bien que lo
hago, las palmaditas en la espalda… ¡Nada! Solo respirar, que me llegue el sol
(como a Diógenes en el tonel), la luz, anotar lo que siento, observar la vida,
vivirla, dejarla que me habite o que se vaya; me es indiferente. Hoy, por
primera vez, comprendo que mi película está rodada y que me toca sentarme en la
butaca (con palomitas o sin ellas) contemplar lo que ocurre, disfrutarlo, desapegarme
de todo, porque ese todo está fuera de mí, y yo, mera espectadora, lo único que
necesito es Ser. Vaya, me levanté profunda, ¿será el café Bio-Ecológico-de Tueste
Natural y de Colombia? Seguro que no. Aunque, es cierto que me lo tomé en la
terraza, con la mirada en el horizonte y la proyección en mi interior: toda esa
belleza matutina (y más) soy yo; lo sé. ¿Para qué necesito que nadie me lo
diga? ¡Uy! Como diría mi hermana: ¡Qué bonito, nena, la casa de la
pradera!
Por cierto, toca volar un rato. Me descomprimo (por decirlo de
alguna forma) busco mis gafas de mirar el mundo con los ojos nuevos, me despojo
de todo sentimiento, culpa y omisión, escurro la impaciencia, el miedo, la
culpa, y me elevo por encima de todo lo creado (sí, ya sé que repetí la palabra
“todo”, pero como soy consciente y me lo permito, está bien dicho por haberlo
dicho yo). Como decía, que me elevo. Igual regreso dentro de un rato, todavía vivo
en la matrix y tengo que ir a Mercadona, poner la lavadora…, aunque, eso será
después. Así que, ahí les dejo con su bonito día (y si no es bonito, miren a
ver dónde están permitiendo que se les tuerza). ¡Hasta luego, Mari Carmen!
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