martes, 21 de diciembre de 2021

A VER SI LO PILLAS


No puedo hablar. Quiero decir que estoy afónica, con tos.

Existen dos maneras de interpretar esto. Una es hacerlo desde fuera de mí, tipo: he cogido frío, se fue la tarde y me pilló con el chaquetón en casa, hay mucha humedad… y todas las “excusas” que se me ocurran.

            La otra opción es recurrir a mi interior y averiguar qué es lo que no me atreví a decir, lo que me sentó como un jarro de agua fría, lo que no expresé, lo que se me quedó dentro, lo que no dije.

“””(.) –(.)”””  Esta soy yo pensando.

Ha pasado una hora y no se me ocurre nada. Solo recuerdo haber sentido frío en la calle, claro que esto no me sirve. Sigamos pensando. A ver, qué pasó ese día,  o el día anterior, o un par de días antes. ¿Qué me dejé sin decir? ¿Qué no me atreví  a poner en claro? ¡Vamos! Piensa, piensa, piensa.

“””(.) –(.)”””   Sigo pensando…

¡LO TENGO!  (Un momento, voy a estornudar: ¡AaaachisssSSS!).

El motivo de esta afonía acompañada de tos y algo de malestar se debe a una situación tonta, que, por sencilla, apenas la tuve en cuenta y fue lo que desencadenó que despertara algo no resuelto en mí. Se trata de la necesidad y el deseo de valoración y reconocimiento que se supone que arrastro desde la niñez. Claro que esto es inconsciente, porque si no lo fuera, ya lo habría resuelto.

Lo cuento:

Le regalo algo a una amiga que me parece valioso y luego veo que se lo ha pasado a su prima (por decir algo) y cuando me entero siento ¡zas! Y me lo callo. Y el cuerpo dice: ¡¡¡Nooooo! ¡Avísale!, que hable, que se queje si lo necesita». Y yo arañando la pared con la uña. Entonces el Universo dice: Pues si no te vas a quejar ¿para qué quieres la voz?  (¡pumba!, afonía al canto). A ver si lo pillas por ahí. 

Otra cosa sería que me importe un pimiento lo que mi amiga haga con el obsequio que le hice, total, yo solo tengo que mirar cuál era mi intención al regalárselo. Lo que venga después o lo que ella haga con la ofrenda ya no es cosa mía. Pero, claro, como todavía no estoy tan avanzada, viene el cuerpo y me lo muestra. Y como de pequeña, también sentía que mis cosas no tenían valor ni para papá ni para mamá (ojo, que es lo que yo sentía como niña, lo que no quiere decir que fuera así), pues la herida vuelve a sangrar cuando mi amiga no valora lo que le regalo.

Y ya solo me queda aprender la lección, curar mi garganta y dar las gracias a mi amiga por mostrarme (sin saberlo) que tengo que valorarme más. ¿Cómo? Estando más en mi interior e interesándome solo por la intención que pongo a la hora de hacer algo, sin que me importe lo que venga detrás, a ver si consigo sanar todas las heridas del pasado.

 

Mercedes Alfaya.

martes, 30 de noviembre de 2021

SURREALISTA Y DIVERTIDO


¡Buenísimo! Lo cuento porque representa la diferencia entre irritarse, pasar un mal rato, discutir con el tipo del banco o sacar las palomitas (ficticias) y disfrutar de la obra, como en el teatro.  Opté por lo segundo.

─Pase, tiene hora con uno de nuestros gestores.

No sé para qué necesité entrar en un despacho a retirar mi tarjeta de crédito nueva (tuve que anular la otra por un percance). El caso es que, de entrada, el tipo ni se dignó ofrecerme asiento. Yo solita me senté por mi cuenta. Me preguntó cuál era el motivo de mi visita y cuando le explicaba que solo quería retirar mi tarjeta nueva, entró una empleada, sin llamar ni nada y me interrumpió del tirón. Me quedé así, con la boca abierta, cara de acelga escurrida y las palabras colgando del borde de la lengua. Le comentó al hombre algo de un seguro y se fue. ¡¡Alucino, vecino!! Ni clientes ni educación ni pepinillos en vinagre. A lo suyo. Traté de retomar el tema, pero el hombre ya ni me escuchó. Se levantó y salió del despacho sin más explicaciones. Y me volví a quedar con el labio colgando y con cara de “Beta vulgaris” que es el nombre científico de las acelgas. Aproveché para soltar una carcajada y echarme palomitas a la boca; esta obra promete, me dije.

            El hombre volvió con mi tarjeta, que ya la podría yo haber recogido en el mostrador, pero, claro, me habría perdido la comedia. ¡Qué va! ¡Qué va! Si es que no tenía desperdicio.

Le indiqué que me revisara, por favor, las comisiones que me cobraban, demasiado altas. El tipo se encrespó  y dijo que, si no me parecía bien, que me cambiara de banco. Solté otra carcajada. Le dije que eso era muy bueno, que ni se me había ocurrido. Traté de explicarle que… No me dejó hablar. Era evidente que habitábamos ondas distintas, aunque no me importaba en absoluto. Así, del tirón, me entregó 65 folios (de papel reciclado, eso sí) y un bolígrafo con el nombre del banco para que firmara que estaba de acuerdo en todo y también que me entregaba mi tarjeta nueva. Ahí es cuando ya me destornillé de la risa.

─Perdone,  ¿usted quiere que firme esto sin leerlo?

─Si quiere, lo puede leer antes, pero, vamos, no es nada nuevo.

─¡Ay, madre! Surrealista y divertido ─dije sin parar de reír─. No se preocupe, me tomaré unos días libres esta semana con la exclusividad de leerme las 65 páginas que me entrega. Si veo que algo no me queda claro, ya pido cita otra vez con usted y me lo aclara, total, como también tengo que venir a poner la hoja de reclamaciones (y saqué la mano abierta libre de guante para despedirme).

Y es que, a poco que uno tome asiento en “el patio”, se lo pasa bomba, porque todo está de circo. Desde luego, tramitaré el cambio de banco, aunque, si quieren que me quede, será con una condición: que el tipo este me haga MÁS la pelota, al estilo “Pretty Woman”, pero vestido de Aladín. ¿Mosquearme yo? ¡Qué va! Ocuparme, en vez de preocuparme. Y pasarlo bien.  Por cierto, vaya pulserita chula la del tipo del banco, cuero trenzado con broche de acero (Viceroy) y en la muñeca derecha, la de manejar el ratón, que se vea bien. ¡Me encantó!

martes, 23 de noviembre de 2021

Historias de azúcar


 ¿Por qué dejé a mi novio? Muy sencillo: me impedía hacer las cosas que me gustan. Por ejemplo, ponerme bizca delante de los escaparates con dulces, o fingir un desmayo al cruzarme con un chico cañón. Tampoco tenía paciencia para la cola de las castañas, incluso tosía con el humo. ¡Pero si el humo del puesto de las castañas es de cuento! Qué tío tan raro. Así no se puede. 

Mis amigas dicen que estar sin novio es como si te faltara el bolso. Vaya chorrada. Comparar un novio con un bolso ya dice mucho de las personas. Tendré que prescindir también de mis amigas, no van conmigo. ¡Pues te quedarás sola! ¿Quién dice eso? A ver, defíneme quedarse «sola». Conozco a multitud de gente que vive rodeada de amistades, hijos, primos, hermanos, compañeros de trabajo…, y van y le dicen a su psiquiatra que se sienten solos. Desde luego, ahí lo han clavado: no es lo mismo «estar» que «sentirse». Además, ¿para qué quiero yo un montón de gente a mi alrededor si, cuando estoy en mi onda, ponen cara de haber chupado un limón o apretarles el zapato. Que no, que no. Que ya salí de las faldas del mundo para que ahora me quieran encorsetar en una relación tóxica. Defino lo que significa para mí una relación tóxica: «Cariño, ¿por qué tardas tanto en la peluquería? Es más, ¿por qué en lugar de ir a la peluquería no te peinas en casa? Incluso, no hace falta que te peines, a mí me gustas así». ¡Socorroooo! Se me ha colado una cucaracha en la cocina. Eso es porque tienes baja vibración. ¿Baja vibración?, pues como no me conecte a la plancha, lo demás lo tengo todo por las nubes (mi recibo de la luz da buena fe de ello).

Para tener una buena vibración lo primero y principal es creer en ti y tratar de borrar todos los programas infectados que te implantaron en esta vida. Después, que no te importe lo más mínimo si te tachan de insensata, negacionista, rebelde, ida, loca o pepinillos en vinagre. Tampoco te importe que tu vida comience a limpiarse a nivel material, emocional, incluso personal: mucha gente se irá de tu lado porque ya no vibran contigo; ni tú con ellos. Y esta bien, todo está bien, esa es otra de las cualidades de alta vibración, que todo te parece perfectamente perfecto. En fin, que no me extiendo más porque me voy a preparar unos caracoles en salsa, que a mucha gente le da pena hervirlos y ver cómo a los pobres les asoman los cuernecillos desesperados. A mí, me encanta ser yo, la soledad de los números primos y soltar el victimismo caracolero.

lunes, 22 de noviembre de 2021

Volvemos a casa

     Ahora son las Pléyades las que nos guían. Las enanas marrones van delante, las blancas se entretienen contemplándose en los escaparates de la ciudad: "Tengo que ir a la peluquería, este rizo no se sostiene como debiera". Hay humanos por todas partes, algunos necesitan pilas nuevas y no lo saben.

    Entramos en un restaurante vacío. El camarero deja caer la bandeja mientras descuelga el labio inferior; un gesto muy terrícola que viene a decir: "Eh, ¿qué es esto?". Ocupamos la parte del fondo, junto a la cristalera. La mañana es poliédrica, la tarde no sabemos: siempre llega tarde.

    El cúmulo tiene unos 12 años luz de diámetro y contiene un total aproximado de 500 estrellas: no cabemos todos. El camarero, ya recuperado de su aparente estupidez, nos indica que va a juntar las mesas. Las arrastra y el sonido contamina el ambiente; los humanos son así de primitivos. Unos restregones con el trapo y la madera nos deslumbra.

    Nos distribuimos por orden de magnitud de brillo: Alcyone 2´87, Atlas 3´63, Electra 3´7, Maia 3´87, Merope 4´18, Taygete 4´3, Pleione 5´09, Celaeno 5´46, Tau 18 5´64, Asteropel 5´76, AsteropeII 6´43

    ¡Ahora sí!

        -¿Qué van a tomar?

          -El mando. -

        -¿Qué mando?

        -El que nos corresponde.

    El hombre nos regala una sonrisa ingenua. Sus dientes amarillos hacen juego con su corbata marrón. Electra nos guiña un ojo: los humanos no entienden de qué va esto. Mejor seguir el juego:

       -Ponga unas cervezas.

    Merope al mando: ¿Estamos todos?... No. Pues da lo mismo, a estas alturas yo no espero a nadie. ¡Volvemos a casa!

    (Y allí, en un rincón del bar, se quedan las mesas, las botellas de cerveza y un polvillo blanco suspendido en el aire. "¡Se fueron sin pagar!", piensa el camarero, mientras se rasca la nuca sin entender que todo es un juego).


sábado, 6 de noviembre de 2021

EL VENDEDOR DE HUMO

 

            Todos los años, por estas fechas, me encuentro con el vendedor de humo. Es la señal de que volvieron las bufandas, los chaquetones y las luces artificiales de la calle a las seis de la tarde. Para muchas personas, también es señal de que se acercan las fechas más señaladas del año, donde habrá que sacar de nuevo el árbol de bolas y guirnaldas, acondicionar la casa y preparar la lista de regalos para familiares y amigos. ¿No tienen la sensación de que nos movemos sobre una rueda repetitiva y monótona? Sí, ya sé que hay gente a la que las fiestas le dan un chute de energía, y menos mal que encuentran una motivación, aunque sea atiborrándose de dulces o gastando dinero de forma superflua. Yo no digo que esté mal, solo que habrá que preguntarse en qué momento nos volvimos autómatas enfocando siempre el mismo cliché.

 Lavoisier, padre de la química moderna, ya dijo que: «La materia (o energía) ni se crea ni se destruye, solo se transforma» y, para ello, necesitaría enfocar mis ojos desde otra perspectiva. ¡Ocurrió! En lugar de quedarme en la cola sin otro aliciente que esperar mi turno, me dediqué a observar la escena como si estuviera en el teatro. ¡Vaya! ¡Cómo cambia «el cuento»! La casita de madera se volvió de chocolate y la vestimenta de la chica que colocaba las ollas al fuego parecía goyesca. Incluso el vendedor, recordaba a los deshollinadores de Mary Poppins con su cara risueña teñida de carbón.  «Podrían inventar latas de castañas asadas y que solo hubiera que abrirlas y echarlas al paquete», dijo alguien. ¡Qué va, señora! Si la gracia está en las chimeneas sobre el asfalto, el tenderete prefabricado, la cola interminable, la chica despeinada, el atrapar castañas con el guante, apretarlas, lanzarlas al paquete… Y lo mejor de todo, los niños, capaces de transformar la monotonía con su curiosa visión del mundo: «Mamá, ¿ese hombre qué vende humo?».


miércoles, 20 de octubre de 2021

UN INSTANTE EN EL TIEMPO

 

Si te quedó pendiente el haberte comunicado con alguien que ya no está, todavía puedes hacerlo. Yo decidí escribirle a mi padre y, mientras lo hacía, mira lo que ocurrió…

 

                              *               *             *

Hola, papá:

Hace mucho que quería escribirte, sobre todo porque me comuniqué poco contigo; mejor dicho: nada.

Yo, de pequeña, te sentía distante, serio y muy lejos de mí. Nunca me acogiste en tus brazos para decime, por ejemplo, lo que yo valía, lo lista que te parecía, lo importante que era para ti.

Me detengo un instante a sentir tu presencia, y no me llega nada.

Nunca me explicaste por qué tú y mi madre discutíais tanto, ni qué significaba yo para ti. La imagen que tengo de mí es la de una niña perdida, tímida, sin saber cómo enfrentarse a las cosas.

La comunicación entre nosotros nunca estuvo presente, por lo que aprendí a resolverlo todo sola y a interpretar el mundo a mi manera.

La verdad es que estaba orgullosa de ti, la gente decía que eras una persona sabia, aunque esa sabiduría nunca la compartiste conmigo. No tengo mucho más que decirte, me hubiera gustado que me llegara todo eso que yo necesitaba de ti y que nunca tuve. De todas formas, muchos besos, papá.

                        

                                       *           *          *

Hola, mi niña:

Sé que no fui un padre modelo en el sentido más amplio de la palabra. Nadie me enseñó a serlo; yo tampoco busqué la manera. De lo que sí puedes estar segura es de que siempre ocupaste mi corazón.

Aún sin palabras, yo me comunicaba contigo de alguna forma, desde mi silencio, desde mi ausencia, desde mi propia soledad.

A mí me faltaba valor para tomar las riendas de mi vida y eso no quería trasmitírtelo a ti, quizá por eso opté por la reserva y el silencio.

En la lectura estaba mi refugio y eso me ayudó en el camino; no sé si te sirvió de referencia.

Quiero que sepas que tu nacimiento representó el día más feliz de mi vida y que siempre te tuve ahí, muy adentro, en lo más profundo de mí.

Desde la sombra, mientras crecías, yo te admiraba muchísimo, porque veía una gran fortaleza en tu interior, algo que yo nunca tuve. Quizá mi mano te habría ayudado a cumplir muchos sueños y a elegir tu camino con certeza y confianza, pero no estuve ahí para ti, como tampoco estuve ahí para mí.

            Sé que ahora, en estos momentos, has superado todos tus miedos y te has liberado de muchas ataduras; te bendigo por ello, y te digo que estaré siempre ahí, a tu lado, en silencio, alentándote a seguir, a librar cualquier batalla, a confiar en ti, para que te sientas acompañada y no desfallezcas nunca.

            Aquí me tienes, a tu lado, en este inicio recién creado y precioso en el que quiero estar presente para ti, celebrando contigo todos tus logros y acompañando todas tus posibles soledades.

            Te mando un abrazo grande y toda la fuerza que precises para seguir creciendo. Eres una mujer de primera, y no necesitas que nadie te lo diga; ni siquiera yo. Estoy muy orgulloso de ti, siempre lo estuve.

            ¡A por todas, mi princesa!

            Besos,

            Papá.

jueves, 7 de octubre de 2021

TOCA VOLAR

 

 

TOCA VOLAR

 

He conseguido algo: cada vez necesito menos los aplausos, incluso ahora veo la vida como desde una butaca, sin juzgarla. Acepto todo lo que ocurre comprendiendo que si algo está ahí es porque tiene que estar, y lo que no está es porque no lo necesito. Dicho esto, hoy estoy que floto, y mis palabras claves son: «Me parece perfecto».

Lo mejor que le puede ocurrir a alguien es haberse liberado de su personaje, de ese que representa cada cual, con sus programas adquiridos, porque, si yo hubiera nacido en Singapur no sería la misma que soy ahora ni tendría las mismas vivencias, por lo tanto, esta no soy yo, sino el producto de mis circunstancias. Moverme en ese Yo, independiente del lugar de nacimiento y los programas, ya es un hecho.

La verdad es que, en este momento, no necesito la aprobación de nadie, ni que me digan lo lista que soy, lo que les gusta de mí, lo bien que lo hago, las palmaditas en la espalda… ¡Nada! Solo respirar, que me llegue el sol (como a Diógenes en el tonel), la luz, anotar lo que siento, observar la vida, vivirla, dejarla que me habite o que se vaya; me es indiferente. Hoy, por primera vez, comprendo que mi película está rodada y que me toca sentarme en la butaca (con palomitas o sin ellas) contemplar lo que ocurre, disfrutarlo, desapegarme de todo, porque ese todo está fuera de mí, y yo, mera espectadora, lo único que necesito es Ser. Vaya, me levanté profunda, ¿será el café Bio-Ecológico-de Tueste Natural y de Colombia? Seguro que no. Aunque, es cierto que me lo tomé en la terraza, con la mirada en el horizonte y la proyección en mi interior: toda esa belleza matutina (y más) soy yo; lo sé. ¿Para qué necesito que nadie me lo diga? ¡Uy! Como diría mi hermana: ¡Qué bonito, nena, la casa de la pradera!

Por cierto, toca volar un rato. Me descomprimo (por decirlo de alguna forma) busco mis gafas de mirar el mundo con los ojos nuevos, me despojo de todo sentimiento, culpa y omisión, escurro la impaciencia, el miedo, la culpa, y me elevo por encima de todo lo creado (sí, ya sé que repetí la palabra “todo”, pero como soy consciente y me lo permito, está bien dicho por haberlo dicho yo). Como decía, que me elevo. Igual regreso dentro de un rato, todavía vivo en la matrix y tengo que ir a Mercadona, poner la lavadora…, aunque, eso será después. Así que, ahí les dejo con su bonito día (y si no es bonito, miren a ver dónde están permitiendo que se les tuerza). ¡Hasta luego, Mari Carmen!

viernes, 24 de septiembre de 2021

PIENSA MENOS Y CAGA MÁS

 

PIENSA MENOS Y CAGA MÁS 

Yo, cuando me siento en el váter, lo que hago es pensar… (perdón por la imagen creada en el lector, pero como esto es patrimonio de la humanidad —y familiar—, no va a herir la sensibilidad de nadie; creo yo). Retomando lo dicho: que yo, cuando entro al baño, lo que hago (mientras…) es pensar.

Imagino que la mayoría de la gente “actual” (porque antes el protagonista era el periódico o la revista) aprovecha esos momentos íntimos para mirar los mensajes del móvil, las noticias del móvil, los anuncios del móvil y el cotilleo del móvil. Yo no. Yo pienso, o me dedico a observar los azulejos de la pared de enfrente: cuento las aristas, trato de adivinar el área de cada cuadrícula, o se me viene a la mente la Espiral de Fibonacci y sus múltiples aplicaciones en ciencias de la computación, en matemáticas, en teoría de juegos, en la disposición de las ramas de los árboles, en la reproducción de los conejos, en cómo el ADN codifica el crecimiento de formas orgánicas complejas… En fin, que esta espiral me tiene fascinada. En realidad, no es a mí a quien sorprende todo esto, sino a mi personaje, porque la información de todo la llevamos dentro, y bastaría con activar su recuerdo, sin necesidad de pensar.

Pensar es liarte, entretenerte, perderte en el laberinto, que la mente tome el mando. Y, claro, sin mirar el móvil, con la mente en blanco y sin la fascinación de esa espiral que muestra el carácter cíclico de la evolución, ¿Qué queda? ¡Cargar! (acabo de descubrir lo que significa el refrán de: «Al pan, pan; y al vino, vino»). Si es muy sencillo. Piensa menos y caga más. Límpiate por dentro. Deja que se vaya por el váter todo lo que ya no necesitas. Claro que, si hoy no me hubiera acompañado el ordenador a este punto solitario de silencio y excreción natural, a ver cómo me las hubiera apañado para escribir esto que sale del tirón o no sale (no traten de imaginar la escena, porque ni mucho menos me llevé el ordenador al baño, es una forma de seguir con el relato).

 

DOS DÍAS DESPUÉS…

No sé si habrá servido para algo, pero yo, desde que me meto al váter sin otra que mi inconsciencia consciente, me va mejor la cosa; incluso me llegan señales, ondas de otros planetas y frecuencias menos densas que las terrestres. ¿Estaré saliendo de la matrix? Si es que hay cosas que no nos cuentan para que no despertemos, y esto de cagar sin distracción y de forma consciente es una de ellas. ¿Que no? Prueba…

 

viernes, 10 de septiembre de 2021

VIAJE AL CONTENEDOR


¿Esto qué es? Ah, sí, una cajita mona, era de galletas, la guardé “por si” hace un par de años. ¡Fuera! ¿Y estas tapaderas de ollas? ¡Fuera! (con una tengo bastante). Más cosas. A ver…, fideos, espaguetis, arroz blanco, todo lo que no entra en mi dieta… ¿Descafeinado? Ni probarlo, los descafeinados tienen metales, mejor el café entero, Bio, de Colombia, Ecológico, del Carrefour. ¿Y esto? Velas de cumpleaños en paquete, “por si”, a tirarlo; si al final no necesito ni la mitad de las cosas que guardo (¡Uy! Me salió un pareado, es que yo en otro tiempo fui poeta: “Cuando dorado se cierne el sol sobre tu regazo, de la luz que te contemple quisiera yo ser el rayo” (de lo más cursi). Ahora me dedico a simplificar mi vida y a currarme por dentro. En fin, sigamos…  

  Latas de pintura abiertas “por si” ¡pero si esos colores ya no los uso ni los usaré más…! A la bolsa… Vaya, cuánto espacio libre… Se me está ocurriendo algo… ¿Y si dejara de identificarme con todo lo material? Quiero decir, adoptar el minimalismo, que no es otra cosa que dejar el salón con una mesa, sillas, el sofá y una plantita que purifique el aire, ¡nada más! Claro que el minimalismo donde hace efecto, además de con las cosas materiales, es en lo personal. ¿Cómo? Limpiando y actualizando la mente, la agenda de contactos, los recuerdos, los sentimientos, el pobre de mí, el qué lástima de aquel, el no tengo más remedio, el ya lo resolveré…, también, dejando de prestar atención a lo superfluo, a lo contaminado (noticias y comentarios banales), seleccionando lo que quiero en mi vida, evitando que me afecte lo que ocurre a mi alrededor (imperturbabilidad) y no enrollándome tanto con los escritos. ¡Simplifica, nena, simplifica! ¡Ah! Importante, importantísimo, primordial: flota, fluye, identifica al enemigo —que suele habitar en ti— y avanza, incluso en la oscuridad, tu linaje es tu mejor guía. ¡Uy! Me salí del personaje, je, je. Igual el minimalismo es lo que necesitaba para contactar conmigo misma. ¡Claro!, con tanta cosa que no sirve para nada, es que ni se ve el camino. Mañana me pongo con los pañuelos del cuello (demasiados), con los libros que ya no valen, con los recuerdos caducados y con las calles sin salida. El personaje todavía no se ha enterado de que el mejor viaje es el que hacemos al contenedor de basura, porque nos libera de lo pasado (CON “A”) y de lo pesado (CON “E”), de lo inservible, de lo que contamina, de los obstáculos que nos impiden avanzar.

Y ahora pienso: ¿En serio hace falta tanta explicación para decir que quiero simplificar mi vida? A ver: ¿Cómo habría escrito esto de forma minimalista? Ahí va:

«Ahora vuelvo, me voy de viaje al contenedor».

martes, 24 de agosto de 2021

NI CHURROS NI CHOCOLATE

 

A ver, ¿dónde puse mi teléfono? Ah, sí, aquí está…  “Pi-po-pu” “pa-pe-po” “pi-pa-pa" (la llamada…). Tarda un poco en contestar. Normal ¡Ya!

—Hola, Dios. Perdona que te moleste, es que tengo algunos problemillas que me cuesta resolver. La verdad es que no son muchos, lo que ocurre es que… Ah, ¿que vaya al grano? Vale (qué borde, ¿no?, y eso que no lo llamo nunca). Pues, te cuento: Necesitaría que me echaras una mano con el asunto ese que me trae de cabeza, ya sabes… ¿Cómo?... Sí, sí, ese, ese… También necesito que se solucionen los problemas que tengo en mi vida con respecto a… ¿Cómo dices?... Ah, ¿que todo eso lo tengo que resolver yo por mi cuenta? Pues, disculpa la desfachatez, pero, entonces, ¿tú para qué estás?... ¿Per-doo-naaa? ¿Y las noches que me pasé rezando, las velas que te puse, mis ofrecimientos para con los demás, los donativos, las gracias continuas, los besos a tu imagen, los sacrificios, mi paciencia…? ¿Hola?... Ah, pensé que me habías colgado. Verás, yo creo que tengo derecho a recibir algo por tu parte, de otro modo, ¿qué sentido tendría este mundo de caos y sufrimiento?... ¿A qué me refiero? ¿Tú crees que es normal que unos caguen en un váter de oro y otros no tengan ni para comer? Si me lo explicas, ¿o te pongo más ejemplos?… ¿Cómo?... ¿Qué significa que yo me ocupe de mis cosas y deje tranquilos a los demás? ¿Sabes qué? Te haré caso y me emplearé en mí, en lo que me concierne. Ahora que, prepárate, porque, en cuanto descubra cómo andar sobre las aguas sin hundirme, igual te quito el puesto y en lugar de sentarme delante del espejo a contemplar el ego de mi creación y rascarme el ombligo, me remango y ordeno todo esto de una puñ… (piiiiiii) vez. ¿Me has oído?... ¿Hola?... ¿Dios?... ¿Estás ahí?... ¡Jope! Ha colgado.

¿Saben qué? A mí me parece que este Dios no es el apropiado para lo que yo necesito; igual apunté mal el teléfono. O, si ese es el Dios verdadero, vaya churro que nos vendieron. O, si no es un churro, tampoco es un chocolate… ¡Uy! Ya no sé ni lo que digo. Desde luego que solucionaré mis cosas yo solita, sin ayuda, ya lo verán, ¡faltaría plus! Ahora va a ser que Nietzsche tenía razón con lo del Superhombre, no te digo…

En fin, que, mientras descubro toda mi potencialidad como personal más allá de lo humano y lo divino, voy a poner una reclamación al Cielo; y, de paso, les diré que limpien los cristales de las ventanillas del tren de cercanías (aunque, como está la cosa, y para ver lo que hay fuera, mejor me dejo de remilgos y me cuento los lunares de las piernas; total…).

martes, 17 de agosto de 2021

CONFÍA

 

Yo esto de “confía” me lo digo mucho. También lo comparto en ocasiones, cuando entiendo que alguien anda con desesperación porque las cosas no le salen como quería o porque su vida se ha torcido en algún tramo.

            La verdad es que  “confía” es una palabra poderosa, hay quienes la escuchan sin más, quienes la tienen en cuenta a ratos y quienes no te mandan al cuerno porque queda feo. También —y aquí viene lo mejor— los hay que, además de oírla y tenerla en cuenta, la llevan a la práctica; o sea, confían de verdad.

Y es ahora, después de la afirmación, cuando vendría la gran pregunta: Confiar, sí, ¿en qué?, ¿en quién? La respuesta más sencilla sería: confiar en la vida. Claro que yo me pregunto: ¿Qué sabrá la vida de lo que a mí me interesa, de lo que necesito, de lo que quiero que se resuelva, de lo que anhelo, de lo que me haría feliz…? ¡Ni que la vida fuera Dios! ¿Dios?, otra gran pregunta, mejor dicho, la pregunta de las preguntas, la meta-pregunta.

(Meta = más allá.

Meta-pregunta = más allá de la pregunta).

¿Eeeh? ¿Ehhh? ¿Hhhee? Ufff, Yo, cuando me enredo en estas cuestiones trascendentales es que me temo, porque, lo mismo te resuelvo un jeroglífico egipcio que me embobo en la espiral de Fibonacci y sus arcos concéntricos.

A lo que voy… Que la vida no puede ser Dios y saberlo todo sobre mí. Entonces, Dios, el Creador, el Sabelotodo, el Poderoso (llámalo como quieras) tiene que morar dentro de mí, ¿no? A esto llego por deducción.

Un momento, voy a mirar...

Estoy buceando en mi interior a ver si consigo aclararme. Ya pasé entre las costillas, los pulmones, el corazón…, y, mientras inspecciono el resto, en lugar de anuncios publicitarios que ya saturan mucho, les dejo algo, —por cierto, nada interesante—, sobre la construcción de la Torre Eiffel:

«La construcción de la Torre Eiffel comenzó el 28 de enero de 1887, y tuvo una duración de 2 años, 2 meses y 5 días, con la colaboración de unos 300 trabajadores, 50 de ellos ingenieros y diseñadores. El motivo de su construcción fue La Exposición Universal de 1889 en París».

¡Ya volví!

Acabo de verme por dentro. Vaya mogollón de venas, arterias, órganos, huesos…, todo a flote y en su sitio. Y, lo mejor fue que descubrí algo insólito. Aquí, adentro, tenemos algo que no sabría definir muy bien. No es Dios, no. Tampoco es el alma, no. Se trata de algo mucho más poderoso que todo eso, y es en lo que habría que confiar sin ningún tipo de duda. Ese algo es el Espíritu que, como no sabemos que está ahí y que es en el que deberíamos confiar, lo tenemos de brazos cruzados, dormido, vago. Así pues, cuando nos digan: «¡Confía!», lo que deberíamos hacer es alinearnos con ese nuestro Espíritu interior que es el que de verdad sabe lo que nos conviene. ¿Que, cómo se hace eso de alinearnos con el Espíritu? Si todavía no lo has descubierto, ya te llegará la respuesta. Mientras tanto, cada vez que algo te perturbe, te desestabilice, te acongoje, te desmotive… ¡Confía! (o, si no me crees, tienes la otra opción: entretenerte con los anuncios o con la Torre Eiffel).

martes, 10 de agosto de 2021

¿RECUERDAS?


¿Recuerdas, cuando mirabas el mundo con los ojos limpios y te gustaba saltar sobre los charcos y mojarte bajo la lluvia? ¿Recuerdas, cuando la vida nunca se enfadaba contigo y los árboles te saludaban a tu paso? ¿Recuerdas, cuando los amores contrariados de los que habla García Márquez en su novela, solo eran eso, personajes de novela, porque el mundo entero estaba a tus pies y los amores eran correspondidos, aunque fuera en sueños? ¿Recuerdas, cuando las piedrecitas de colores se convertían en tesoros que había que esconder de los piratas?

¿Recuerdas cuando fuiste creciendo y todo comenzó a oscurecerse sin una explicación aparente, y surgió la tristeza, la soledad, el miedo? ¿Recuerdas que te dejaste llevar por todo eso sin darte cuenta de que tú tenías el poder de cambiarlo, solo con modificar tu pensamiento? ¿Recuerdas, que a la soledad la invitaste tú, porque ella no tiene la llave para entrar en tu vida si no se lo permites? ¿Por qué lo hiciste? ¿A caso pensabas que esa soledad sería una buena compañera?

Por todo eso que olvidaste, por lo que no supiste gestionar y por lo que empañó tu vida sin que te dieras cuenta, te voy a regalar algo.  Mira bien, es una goma de borrar inmensa. ¿La ves? La coloqué en la nube. Está ahí para que borres de tu mente todo lo que te apetezca, porque es ella (la mente) la que dibuja el mundo en el que te mueves. Y si la dejar actuar por su cuenta, se adueñará de ti para siempre.

Recuerda que todo esto no es más que un sueño del que se puede despertar si vuelves tus ojos al interior, descubres al espíritu dormido y lo zarandeas. ¿Cómo se hace? Lo vas a descubrir muy pronto.

lunes, 9 de agosto de 2021

¿DÓNDE ESTÁ LA GENTE?


       Hola, mis amores (esto lo dice una chica de youtube cuando inicia sus grabaciones y yo se lo copié aquí, ji, ji).

       Bueno, lo que voy a exponer a continuación no tiene mucha gracia, o igual sí la tiene y yo no se la veo; o se la veré cuando termine de exponerlo; quién sabe… El caso es que me gustaría compartir una reflexión a ver si a ustedes les ocurre lo mismo que a mí en el transcurrir de los días; de “estos” días, porque mi sensación es múltiple. 

      Primero, me parece notar como si una especie de polvillo invisible desplegado por la atmósfera me impidiera ver con claridad. Y luego me pregunto: ¿qué diablos significa ver con claridad?, porque con un cerebro contaminado por la cultura y parcheado de programas (tanto ancestrales como familiares) la visión que yo pueda tener del mundo resultaría, cuanto menos, poco real. 

      Segundo, a pesar de que la gente circula, llena los supermercados, hace cola en el banco, en el ambulatorio… ¿a ustedes no les invade un sentimiento de soledad, de abandono, de algo parecido a “estoy aquí, pero nadie me ve”? El “pero” lo incluí a conciencia, para indicar que anulo lo que añadí delante (igual ni estoy aquí). Esto tiene su explicación: al parecer, uno sabe que existe, que es, no porque le duela la barriga, se pueda cortar el pelo o experimente calor en verano (es un decir). Uno sabe que existe porque cuenta para otros (o eso dicen). Me explico: parece ser que el otro está ahí para indicarme dónde estoy yo; y ahora veo que es ahí donde está la trampa. Porque, a ver, yo tendría que saber que existo prescindiendo de todo lo que ocurra fuera de mí (incluido el que me presten atención o me ignoren) Es algo así como lo que ocurre en algunas películas del oeste cuando el vaquero llega a un pueblo fantasma, recorre las calles y se topa con esa especie de bolas de ramajes secos que mueve el viento de un lado a otro, y la cámara enfoca sus ojos para mostrarnos el grado de incertidumbre que le embarga: “¿Dónde está la gente?”, y es en ese mismo instante cuando el protagonista se vuelve vulnerable. El “no saber” crea incertidumbre. Claro, ¿qué pasaría si al vaquero le importara un pimiento que en el pueblo hubiera gente o estuviera vacío? Pues, pasaría que la cámara no tendría que enfocar sus ojos y que la película nos diría que no necesitamos a nadie para ser quienes somos y para existir; y eso no interesa. Porque, entonces ¿cómo nos manejan? ¿Cómo nos dicen “vuelva usted otro día, Y CON CITA PREVIA” como me han dicho hoy a mí en el sitio ese donde me tenían que dar un documento que necesitaba? ¿Qué pasa, que ahora resulta que el bichito está en todas partes menos en los bares y el super? (es un decir). Y que conste que nada tiene que ver esto con el hecho de que no me hayan atendido en ese sitio a donde acudí para un papeleo, ya lo solucionaré en otro, o lo dejaré sin solucionar hasta que llegue la solución (¡¡¡¡Ommmm!!!). El contarlo es solo porque me he propuesto practicar ejercicios de estilo (como dice mi profe del taller literario), escribir de vez en cuando, soltar. Hoy, salió esto; mañana, vaya usted a saber… Y, digo yo que ustedes, mis amores, habrán captado el mensajito subliminar que esconde el escrito (el título también cuenta), ¿verdad? Está claro que esto no me vino porque sí.

Yo, mientras descubro el porqué de este despliegue de aparente incongruencia que escribí del tirón, sin pensar mucho, lo voy a leer otra vez a ver si pillo algo. Que tengan un buen lunes, mis amores.

sábado, 31 de julio de 2021

EL LABERINTO

 

Ahora, desde mi silla de escritorio, cuando vuelvo la mirada hacia la ventana y veo la calle, la gente que transita adormecida de un lugar a otro, los coches que suben y bajan por el tramo de carretera, la pequeña glorieta zen con arbolito, arena con olas de tierra blanca, piedrecitas dispersas, peñascos varios y floración circundante, ahora, cuando miro todo eso, no puedo por menos que pensar si no se tratará de un escenario estratégicamente colocado ante nosotros para que sigamos viviendo el sueño que algún Dios, arrogante y egocéntrico, preparó en favor de su alimentación y deleite. ¿Y si fuera verdad que andamos atrapados en un laberinto sin sentido del que nunca despertaremos? ¿Y si fuera verdad que dentro de nosotros existe la clave y la llave divina con instrucciones precisas para escapar de ahí? Trascender sería la única manera de descubrir esto, observar el laberinto, memorizar la senda y vislumbrar la salida. Algo germina en mi interior, desintegra el miedo y me dice: ¡Adelante!

viernes, 16 de julio de 2021

TENGO UN AMIGO

 

Tengo un amigo que me está enseñando a montar en bicicleta. Antes, yo lo intentaba sola, aunque, como siempre terminaba en el suelo, lo dejé. Él dice que no debo tener miedo, que las caídas forman parte del aprendizaje y que lo importante es la paciencia, mantener el equilibrio y no perder de vista el frente.

Ayer lo pasamos de fábula, porque como soy tan loca, al llevar a cabo una maniobra por mi cuenta, casi me estampo contra el muro. Entonces, mi amigo me agarró del sillín y corrió conmigo: “Eso es, eso es”, decía, y yo sentí que me elevaba en el aire.

Cuando se fue, estuve practicando un rato y me parecía que él seguía allí, a mi lado, dándome aliento y recordándome que puedo conseguir todo aquello que me proponga. Qué curioso, a veces pienso que los amigos son como ángeles; pero mi amigo más.

miércoles, 14 de julio de 2021

LA CONFUSIÓN VIVE ARRIBA


Sí, ya sé que la película de Marilyn no se llama así, pero es que el título de esta entrada no tiene nada que ver con ninguna película; miento, sí que tiene que ver con una película, la que vivimos aquí, en la Tierra. ¿Qué no…?

Resulta que, al parecer (y no lo afirmo yo, porque todavía no tengo constancia de ello, sino la Sabiduría Hiperbórea) tanto la historia desplegada en los libros del cole como el propio Jesús de Nazaret y todo lo que nos han contado —y nos cuentan—acerca del mundo, su evolución y sus alrededores, podría resultar una farsa, un timo, una trampa. ¿Para qué? ¿Con qué intención? Muy fácil, con la intención de que el Espíritu (que es lo que en realidad somos, y que no tiene nada que ver con el alma), el Espíritu, digo, con toda su fuerza, su pureza y su divinidad, permanezca dormido dentro de nosotros por los siglos de los siglos, y jamás descubramos quiénes somos y el gran poder que albergamos.

Yo esto ni lo afirmo ni lo descarto: “Existo, luego dudo”. Pero es que, si eso fuera cierto, la humanidad entera estaría adormecida, atontada, sonámbula y al servicio de un “Dios” que no es el verdadero; y que, por ende, no vive ahí arriba, ni abajo ni al lado. Y a raíz de esta especie de “chispa” de duda que se activa en mí y que seguro que atrae más críticas y desacuerdos que admiradores y felicitaciones (medalomismo), me surgen las mismas preguntas que la Humanidad viene arrastrando desde los orígenes, y que todavía (a estas alturas) permanecen sin respuesta: ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Y, sobre todo, y lo más importante: ¿Quiénes somos? Visto lo visto, me queda un buen trabajito pendiente, porque yo quiero despertar (que no es lo mismo que abrir los ojos).

Y claro está, después de ver las campañas de marketing para mantenernos en la rueda del consumismo: «Porque tú lo vales» «Te lo llevamos a casa» «No pierdas esta oportunidad», amén de los consabidos “Mensajes subliminales” que se cuelan en nuestro cerebro sin que nos demos cuenta, yo es que me lo cuestiono todo (y me da igual lo que piensen de mí, porque me agarro a esa frase que dice: «El que no está loco lo andan buscando», lo que indica que la locura forma parte del patrimonio nacional; aunque mi locura es distinta, porque no se ajusta a los diagnósticos establecidos ni a los patrones generales, por lo que, si se tratara de locura, sería una locura de otra vibración; ¡jope! mira que me gusta añadir rizos al moño…).

           En fin, a lo que iba… ¡Uff! ¡Qué masque me acabo de montar!, ¿no? Con lo fácil que resultaría hablar de mi libro, del ciclo vital de las mariposas o compartir un video donde aparece una jirafa pariendo y recibir 150 mil “me gusta”, 3.254 comentarios y 28 mil veces compartido. Pero es que ya lo decía mi abuela: «Esta niña tiene un peligro muy positivo y es que, cuando algo no le cuadra, le da igual que caigan troglofantes del cielo o se abra la tierra bajo sus pies, que ella agarra su lupa y a investigar». Y eso hago, seguir la pista a todo esto que ha llegado a mis manos a ver si descubro por qué no avanzamos y por qué tanta distracción ahí fuera con nimiedades que nos apartan de lo esencial, de lo verdaderamente importante que es buscar respuestas en nuestro archivo interno, porque, al parecer, todo está ahí, en el interior, solo que sepultado bajo una escombrera implantada y recubierta de azúcar y caramelo. ¡Ostras! me ha venido a la cabeza el cuento de “La casita de chocolate” con ese abandono en el bosque y la inocente confusión ante la imposibilidad de regresar a casa (en este caso al Origen) todo ello aderezado con ese reclamo exterior -apetitoso y dulzón- dentro del que se ocultaba el verdadero motivo de tan singular montaje. ¿Llevará esta historia uno de esos subliminares y metafóricos mensajes con respuesta a tantas preguntas y conjeturas sin resolver?

       Me voy a investigar…

domingo, 11 de julio de 2021

RECULANDO, JAMÁS


Estoy haciendo un curso intensivo sobre Asertividad; ya saben: La Asertividad se define como "la habilidad de expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos sin atentar contra los demás. La Asertividad consiste también en hacer y recibir cumplidos, y en hacer y aceptar quejas". 

Pues mira tú que todavía me cuesta, por ejemplo, decirle al socorrista de la piscina que se ha pasado por el forro lo que le comenté acerca de las duchas, porque siguen perdiendo agua. O pedirle a mi vecina que me devuelva ya el destornillador que me pidió hace por lo menos cinco lustros (que suena a mucho tiempo, aunque solo haya pasado un mes). Además, estaba escribiendo un mensaje a un amigo con pizquita de acidez, porque ya me toca las narices su actitud con respecto a algo que tenemos pendiente (da igual lo que sea, lo importante es que no me lo quede dentro).

Vuelvo a leer la definición de "Asertividad", respiro, cierro los puños y... ¡joder! me frena lo de "amable".

Porque a ver, ¿cómo le pido yo a mi vecina el artilugio de forma "amable" cuando me lo tendría que haber devuelto el mismo día que lo utilizó? Quema la sangre, ¿no?...

Me voy a echar un poco de agua fría en las miles (digo, en las sienes), a ver si funciona. ¡Plis! ¡Plis! Qué fresquita. Ya estoy más entonada.

Abro la puerta y me voy al piso de abajo: "Hola, guapa, imagino que ya no necesitas el destornillador que te presté, ¿verdad? Si te parece, me lo llevo, que lo necesito. Gracias".

¡Perfecto! Sobró lo de "que lo necesito", porque no era cierto, y porque añade justificación, pero, mira, funcionó.

Lo del socorrista lo dejo para mañana, cuando esté la piscina abierta. Y lo del amigo, por mis mulas que le paso ahora mismo un mensaje al móvil, o lo llamo, y le suelto de una  vez lo que pienso del asunto. Bueno, primero me conecto musiquita relajante para no entrar a "matar", pero soltarlo, lo suelto, claro que lo suelto. Yo, por dentro, ya no me acidifico más. ¿Qué cómo lo haré? Apretando los dientes y esperando a que llegue la claridad, la serenidad, la amabilidad y la Asertividad, pero reculando, ¡jamás!

 

lunes, 5 de julio de 2021

FORMATEAMOS SU VIDA


—Hola, ¿me puede explicar en   qué consiste lo de formatear la vida?

—Desde luego. Mire, se trata de eliminar de su cabeza todo lo que no le guste, tipo: malos pensamientos, heridas, recuerdos que duelen, momentos ingratos… Ya sabe, todo está en la cabeza, y un limpiadito de vez en cuando, no viene mal.

—Qué interesante. Y, dígame, ¿cómo lo hacen?

—Muy sencillo. Limpiamos su disco duro, entero o fragmentado. Usted lo único que tiene que hacer es dejarnos su cabeza y, en unos días, se la devolvemos nueva.

—¿Qué    les    deje   mi   cabeza? Y, ¿cómo    me    las   arreglo   mientras?

—Por eso no se preocupe. Nosotros le proporcionamos una hasta que recupere la suya. Puede elegir modelo. Mire, todas llevan incorporados unos filtros que se adaptan perfectamente a cualquier situación incómoda y que resuelven de manera efectiva todo aquello para lo que usted no se encuentre preparada o no le apetezca abordar. También cuentan con un interruptor manual que usted puede apagar en caso de que quiera pasar de un asunto, de una amiga, de su jefe o de cualquier otra persona o cuestión que no le agrade. Tienen carga de batería hasta 12 horas, transcurridas las cuales, ha de colocar la cabeza en este aparato para su recarga. Por lo general, si la apaga por la noche, evitará el insomnio y las pesadillas. Y lo más importante, nuestras cabezas en préstamo se pueden personalizar. ¿Qué le parece esta?

—¿Amelie?

—Correcto. Yo creo que le vendría bien mientras limpiamos la suya.

—Acepto. Pero, oiga, cuiden bien de mi cabeza ¿eh?, solo tengo una.

—Desde luego, por eso no se preocupe. Firme aquí..., aquí... y, aquí... Muy bien. Pues ya me la puede entregar.

       La verdad es que nunca había probado a quitarme la cabeza y sentí miedo, aunque salió sin problema. El hombre me ayudó a colocarme la de Amelie mientras lanzaba la mía a un cesto donde había otras cabezas esperando        formateo. No sé, acostumbrarse a otra vida, aunque sea por unos días, cuesta, por mucho que me quejara de la mía. Y, lo  peor es que me echo de menos.

domingo, 4 de julio de 2021

COMETAS EN EL CIELO

 

Ayer no encontré mi tetrabrik de leche en la nevera. Tampoco me saludó la vecina de arriba cuando nos cruzamos en la puerta. Han vendido el ático que me gustaba y el cajero automático estaba fuera de servicio. 

Desayuné un lánguido café frío en el bar de la esquina; y, por más que corrí, no pude alcanzar el autobús de las ocho, con lo que me tuve que empeñar al galope para llegar a tiempo a la oficina.

Mi jefe olvidó su cara amable en alguna percha, y mis compañeros de trabajo andaban tan atareados que ni siquiera me pude desahogar con ellos. Se me rompió el collar de piedrecitas que me regalaron por mi cumple y, encima, me di cuenta de que me había dejado el móvil en casa.

A media mañana, un cliente insatisfecho me vomitó en la cara todo tipo de quejas e improperios; menos mal que se habían terminado las etiquetas de «Váyase usted a la mierda», que si no... Además, entre los mensajes que recibí al correo, no encontré el que esperaba.

Por la tarde, me picó una avispa en el tobillo y se me fue la conexión a internet cuando buscaba un hotelito de fin de semana para descansar.

Sin embargo, ocurrió algo sorprendente, y es que comprendí que, sin mi permiso, nada de eso conseguiría borrar mi sonrisa de piruleta.

Hace sol y he dejado volar mi cometa.