Sí, ya sé que la película de Marilyn no se llama así, pero es que
el título de esta entrada no tiene nada que ver con ninguna película; miento, sí
que tiene que ver con una película, la que vivimos aquí, en la Tierra. ¿Qué no…?
Resulta que, al parecer (y no lo afirmo yo, porque todavía no
tengo constancia de ello, sino la Sabiduría Hiperbórea) tanto la historia
desplegada en los libros del cole como el propio Jesús de Nazaret y todo lo que
nos han contado —y nos cuentan—acerca del mundo, su evolución y sus alrededores,
podría resultar una farsa, un timo, una trampa. ¿Para qué? ¿Con qué intención? Muy
fácil, con la intención de que el Espíritu (que es lo que en realidad somos, y
que no tiene nada que ver con el alma), el Espíritu, digo, con toda su fuerza, su pureza y su divinidad, permanezca dormido dentro de
nosotros por los siglos de los siglos, y jamás descubramos quiénes somos y el
gran poder que albergamos.
Yo esto ni lo afirmo ni lo descarto: “Existo, luego dudo”. Pero
es que, si eso fuera cierto, la humanidad entera estaría adormecida, atontada,
sonámbula y al servicio de un “Dios” que no es el verdadero; y que, por ende,
no vive ahí arriba, ni abajo ni al lado. Y a raíz de esta especie de “chispa”
de duda que se activa en mí y que seguro que atrae más críticas y desacuerdos que
admiradores y felicitaciones (medalomismo), me surgen las mismas preguntas que
la Humanidad viene arrastrando desde los orígenes, y que todavía (a estas
alturas) permanecen sin respuesta: ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Y,
sobre todo, y lo más importante: ¿Quiénes somos? Visto lo visto, me queda un
buen trabajito pendiente, porque yo quiero despertar (que no es lo mismo que
abrir los ojos).
Y claro está, después de ver las campañas de marketing para mantenernos
en la rueda del consumismo: «Porque tú lo vales» «Te lo llevamos a casa» «No
pierdas esta oportunidad», amén de los consabidos “Mensajes subliminales” que
se cuelan en nuestro cerebro sin que nos demos cuenta, yo es que me lo
cuestiono todo (y me da igual lo que piensen de mí, porque me agarro a esa
frase que dice: «El que no está loco lo andan buscando», lo que indica que la
locura forma parte del patrimonio nacional; aunque mi locura es distinta,
porque no se ajusta a los diagnósticos establecidos ni a los patrones generales, por lo que, si se tratara de locura, sería una locura de otra vibración;
¡jope! mira que me gusta añadir rizos al moño…).
En fin, a lo que iba… ¡Uff! ¡Qué masque me acabo de montar!, ¿no?
Con lo fácil que resultaría hablar de mi libro, del ciclo vital de las
mariposas o compartir un video donde aparece una jirafa pariendo y recibir 150
mil “me gusta”, 3.254 comentarios y 28 mil veces compartido. Pero es que ya lo
decía mi abuela: «Esta niña tiene un peligro muy positivo y es que, cuando algo
no le cuadra, le da igual que caigan troglofantes del cielo o se abra la tierra
bajo sus pies, que ella agarra su lupa y a investigar». Y eso hago, seguir la pista a todo esto que ha llegado a mis manos a ver si descubro por qué no avanzamos y
por qué tanta distracción ahí fuera con nimiedades que nos apartan de lo esencial,
de lo verdaderamente importante que es buscar respuestas en nuestro archivo
interno, porque, al parecer, todo está ahí, en el interior, solo que sepultado bajo
una escombrera implantada y recubierta de azúcar y caramelo. ¡Ostras! me ha
venido a la cabeza el cuento de “La casita de chocolate” con ese abandono en el bosque y la inocente confusión ante la imposibilidad de regresar a casa (en este caso al Origen) todo ello aderezado con ese reclamo exterior -apetitoso y dulzón- dentro del que se ocultaba el verdadero motivo de tan singular montaje. ¿Llevará esta historia
uno de esos subliminares y metafóricos mensajes con respuesta a tantas preguntas y
conjeturas sin resolver?
Me voy a investigar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario