sábado, 31 de julio de 2021

EL LABERINTO

 

Ahora, desde mi silla de escritorio, cuando vuelvo la mirada hacia la ventana y veo la calle, la gente que transita adormecida de un lugar a otro, los coches que suben y bajan por el tramo de carretera, la pequeña glorieta zen con arbolito, arena con olas de tierra blanca, piedrecitas dispersas, peñascos varios y floración circundante, ahora, cuando miro todo eso, no puedo por menos que pensar si no se tratará de un escenario estratégicamente colocado ante nosotros para que sigamos viviendo el sueño que algún Dios, arrogante y egocéntrico, preparó en favor de su alimentación y deleite. ¿Y si fuera verdad que andamos atrapados en un laberinto sin sentido del que nunca despertaremos? ¿Y si fuera verdad que dentro de nosotros existe la clave y la llave divina con instrucciones precisas para escapar de ahí? Trascender sería la única manera de descubrir esto, observar el laberinto, memorizar la senda y vislumbrar la salida. Algo germina en mi interior, desintegra el miedo y me dice: ¡Adelante!

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