viernes, 10 de enero de 2020

PARA QUÉ Y DESDE DÓNDE

         Pues sí, estoy de ayuno. Y no tendría que dar explicaciones, porque hay gente que se echa las manos a la cabeza cuando digo que hoy me toca agua para todo el día. Ayunar no es solo dejar de desayunar, también es dejar de almorzar, de merendar y de cenar.
      La primera vez que leí "incluye el ayuno en tu vida" me pareció surrealista: ¿cómo voy a pasarme un día sin probar bocado, si me salto una comida y me dan tembleques?  ¡Imposible! Hasta que escuché una conferencia de Karmelo Bizkarra en la que explicaba los beneficios del ayuno, tanto a nivel físico como espiritual. Además de la limpieza de filtros internos y la absorción por parte del organismo de todo lo malo que pulula en nuestro interior, se dice que el ayuno cura enfermedades de todo tipo, incluso el cuerpo reabsorbe tumores y los desintegra. Pero, claro, como toda la vida nos han metido en la cabeza que dejar de comer es malo... (y nos lo hemos creído...).

      Ahora tocaría desgranar y explicar aquí todo lo concerniente al ayuno, ventajas, cómo practicarlo y demás, con la intención de convencerles a ustedes de sus importantes beneficios. Pero, como aprendí a interrogarme a la hora de hacer algo que yo llamo "por los demás", pues lo dejo aquí y que cada cual con sus manitas (y la ayuda de Google y Youtube) busque información del ayuno si es que le interesa practicarlo. 

     ¿Que cuáles son las dos preguntas que yo me hago para saber por qué hago lo que hago en cada momento? Pues estas: "Para qué y Desde dónde".

       -¿Para qué..., quiero yo que la gente descubra el ayuno y lo practique?
      -Para que me imiten.
      -Y ¿para qué quiero yo que me imiten?
      -Para que se sientan mejor.
      -Y ¿para qué quiero yo que la gente se sienta mejor?
      -Para que vean lo buena y eficiente que soy por descubrirles el ayuno.
      -Y ¿para qué quiero yo que la gente vea lo buena y eficiente que soy?
      - Para que me valoren.
      -Y ¿para qué quiero yo que me valoren?
      -Porque nadie me enseñó que el valor de lo que valgo está en mí, prescindiendo de que los demás lo descubran, lo acepten y/o lo valoren.


 (Nota: en este escrito, la repetición de valor, valgo y valoren es a consciencia).

Ahora, después de este minucioso interrogatorio de sinceridad con uno mismo, imprescindible para conocernos a la hora de actuar, el "Desde dónde" quiero yo que conozcan y practiquen el ayuno, sería desde la necesidad de que me valoren.  (¡Jope! empiezas en Burgos y terminas en Calatayud).

Pues, va a ser que el ayuno también me enseña a valorarme y a no colocar el valor de lo que valgo fuera de mí...

Si ven que les he mareado mucho con mis argumentos inconscientes, pasen del tema, o escupan saliva por el diente (como en las películas del oeste). 

Mercedes Alfaya.




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