¿Si te dijeran que esto es un juego y que estamos encerrados en él…?
¿Quéeeee? Pues, sí. Yo tampoco me lo creía, pero el descubrirlo me ha resultado
muy beneficioso, porque, así, las cosas pierden importancia y todo se lleva mejor.
Tomo consciencia del personaje que represento y del papel que juego, y aunque
no podamos salir de aquí, ahora sí que muevo ficha consciente de lo que ocurre.
A ver, bonita, deja paso que me toca tirar ficha… Y esta mujer ¿por qué me insulta? Ah, es su
tirada. Pues yo, ni inmutarme, que se cuente veinte y avance. ¿Y el tipo este?
¿Por qué se pone en medio y no me deja pasar?... ¿Su juego? A bien, sin problema.
Y ¿qué le pasa a mi vecina? No veas la que ha montado por una tontería. ¿Cómo…?
¿Qué está en su personaje? Pues, nada, lo respeto, que se exprese, que haga
bien su papel, que yo le aplaudo y la propongo para el premio: “mejor papel
secundario”. Y los de Hacienda, cómo se pasan... ¿Su juego? Pues, nada, a divertirnos todos. Para qué me voy a irritar...
¿Te afectaría a ti lo que ocurriera en la película que estás
viendo en el cine? ¿Entonces por qué te afecta lo que ocurre en la película que
ocurre en tu vida?
Huy, huy, huy, tantos días sin escribir ni contar me han
despertado mogollón. Pero, vamos, que siga el juego que yo apuesto por el mejor
papel y a la próxima persona que venga a tocarme las narices le doy un "Óscar".
¿Irritarme? ¿Por qué? Si yo ya sé que esto es un juego y solo tengo que aprender a jugar.
Mercedes Alfaya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario