martes, 21 de julio de 2020

¡COMO SI NO HUBIERA UN MAÑANA!


He aprobado con nota algunas asignaturas que tenía pendientes, como la Humildad, la Paciencia y la Compasión, de las que me examiné estos días.
Las asignaturas para nuestro crecimiento personal son muy curiosas, porque las imparten “profesores” que tenemos cerca. Por ejemplo, la asignatura Tolerancia la trabajo todos los días con el vecino de al lado, que no deja de dar la lata pensando que vive solo en el bloque (es un decir, que mis vecinos son muy buenos).
La asignatura Paciencia la tengo con la chica de la cafetería de la esquina, que tarda en atenderme lo que yo tardo en comprender que la muchacha no da para más.
La asignatura Compasión la trabajo con todas las personas que, con su ignorancia y sus programas adquiridos, solo tienen una manera (la suya) de mirar el mundo y, además, intentan imponerla a toda costa.
 La Humildad la repaso mucho, porque no faltan momentos en los que hay que dejar a un lado el ego y comprender que las personas actúan como actúan porque es lo que han aprendido, pero eso no tiene por qué afectarme ni tengo por qué estirar el cuello ante nadie; que hasta hace bien poco yo también andaba necesitada de elogios y presumiendo de todo.
En fin, que la mejor nota la he sacado con mi hermana, que estuvo unos días en casa. Por lo general, yo me desespero (me desesperaba) mucho con ella, porque tiene una forma de ser y hacer que me encrespa los nervios; bueno, ella no me encrespa nada, soy yo la que se encrespa sola. Por ejemplo, le pregunto si quiere gazpacho y me dice que sí. Me pongo a pelar los tomates y me la veo a medio metro de mí, con un vaso en la mano y el cazo en la otra mano, esperando, sin parpadear, como una esfinge en el desierto, cuando yo todavía no había sacado ni la batidora. ¿Irritante? ¡Nooo! La miré con mucho amor y con el dedo índice le empujé despacito hacia atrás: «Ponte ahí, que todavía no está el gazpacho listo». ¿Para qué me voy a crispar? Ella es así, ya está.
Por la noche, le digo que me voy a la cama y, al rato, cuando ya estaba pillando el sueño, abre la puerta de mi habitación para darme una toalla del tendedero: «Es que ya está seca», me dice, ¡¡¡como si no hubiera un mañanaaaaaaaa!!! Santo Cielo, ¡¡¡¿es que no te puedes esperar al día siguiente?!!!!  No, ella es así. Entonces le digo que gracias, que la deje a un lado de la cama, le tiro un besito de buenas noches y me pongo a rezar el Jesusito de mi vida, eres niño como yo…, sin irritarme, que ya quiero ir aprobando asignaturas, que las tengo casi todas suspensas.
Este año escapo bien. Entre la Mariflori del escrito anterior y mi hermana, me he “chupao” un curso sin enterarme. A ver qué pasa mañana con la piscina de la urbanización, que dice la mancomunidad que igual la cierran por un brote nuevo del covid (lo puse en minúscula para quitarle fuerza), ¡con lo que a mí me gusta el agua! Espero poder bañarme todo el verano, porque el invierno es muy largo y parece que trae cola. Y si la cierran, a ver si apruebo la asignatura que peor llevo: la Aceptación, y que no me quede nada para septiembre.

Mercedes Alfaya.

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