domingo, 19 de julio de 2020

TENGO AL EGO DISECADO




            Tuve una conversación seria con mi ego. De hecho, no le dejé publicar nada en este tiempo. Me decía: Escribe, que hay gente a la que le gusta leerte», y yo le contestaba: «Escribiré cuando me apetezca y tenga algo que decir». Vamos, que ya no puede ser, a mi ego hay que atarlo corto y bajarle el yo, mí, me, conmigo, todo yo, yo…, y que los malos son los otros. ¡Venga ya!

            Le hice ver por qué se siente ninguneado, se enfada si no le prestan atención y necesita destacar en todo. Y lo más importante: ¿de dónde le vienen esas carencias? Porque, todo eso está ahí escondido, incrustado en mí y salta cuando se activa el programa del ego. Por ejemplo, vienen unos amigos a comer a casa y a Mariflori la llaman por teléfono… ¿Será normal que la muchacha se vaya a otra habitación a hablar con la amiga todo el rato que quiera y nos deje ahí plantados como si no existiéramos? (pura ironía, claro). Pues mi ego eso lo lleva fatal: «Perdona, guapa, si te vas a poner a hablar con tu amiga, el postre te lo pierdes, que yo no soy sirvienta de nadie», bueno, es un decir, que al final le ofrecí el cuenquito de yogur de soja, arándanos naturales, manzana picadita, frutos secos y media cucharadita de miel de eucalipto con tintes de menta.

El caso es que mi ego tiene que darse cuenta de que los demás están ahí para mostrarme aquello que todavía no tengo resuelto. Y, en lugar de comprenderlo, se me pone borde: «¡A la Mariflori no la invites más!». Pero ¡qué dices! ¿De qué vas?...
Y fue cuando agarré a mi ego por la solapa y le advertí: «Mira, no te lo voy a repetir, a ver si lo pillas: que dejes de mostrar lo bien que guisas, lo bien que escribes, lo lista que eres…, que no necesitas la aprobación de nadie para saber lo bien que guisas, lo bien que escribes, lo lista que eres». El caso es que se lo ha tomado tan a pecho que al preguntarle: «¿Tú no pelas el plátano para comértelo?», me ha contestado: «Para qué, si yo ya sé lo que tiene dentro». Y como es natural, ante semejante chulería lo he disecado; porque desprenderme del ego no puedo, está constituido por mis experiencias y aprendizajes, y por todos los miedos y heridas que haya podido sufrir.   

He leído que el ego busca el reconocimiento, la alabanza, la atención de los demás, que se reconozca su existencia, porque ignora que la fuente de toda energía está en el interior y no fuera de nosotros.

En fin, voy a publicar esto en facebook a ver cómo sigue mi ego. Ahora que, como esté pendiente de si le han puesto comentarios o le dieron al “me encanta”, lo vuelvo a disecar hasta que aprenda.

Mercedes Alfaya.

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