domingo, 3 de diciembre de 2023

EL OCTAVO PASAJERO


    

No sé qué ha pasado...

Estaba escribiendo algo interesante para publicar y se me borró todo.

(^..^)(^..^)(^..^) (esta soy yo pensando…).

─A ver, guapina, que ya pasó el tiempo de la parafernalia y los adornos metafóricos. ¡Al grano! ¡Vete al grano!

Eeeeh!!! ¿Quién ha dicho eso?    

(( ≤ ≤ )) yo vigilante.

 Últimamente siento como si alguien me hablara; es un alguien que habita dentro de mí. Pero, oye, tiene que ser sabio, porque no te adorna nada. Estas dudando y te hace ¡zas! ¡¡¿Lo ves ahora?!! Y tú dices: ¡Jope! como para no verlo, si me lo has estampado en la cara… Pondré un ejemplo:

Me apetecía  dar una vuelta por el parque, pero no me quería encontrar con Begoña, que a estas horas es cuando saca al perro. Mejor tomo el autobús en el centro y me paseo hasta la playa, me dije. No te lo pierdas…,¿con quién me topo guardando asiento y enseñando la dentadura de perlas, mientras coloco la tarjeta en el contador de pasajeros? ¡¡¡Oño!!! ¡Qué hace la Bego ahí? Me entraron ganas de bajarme, pero la vocecilla interior dijo: «Da lo mismo donde te metas, lo que tienes que resolver en ti, si no lo aprendes con la Bego, te lo mostraré con el vecino de abajo (o con la cajera de Mercadona, esa que dices que te saca de tus casillas; cuando de tus casillas solo te sales tú)». Así es el Universo, y es verdad que lo hace, el muy “cabrito”. Búscate otro trabajo porque no aguantas a tu jefe, o cámbiate de piso porque no te gustan los vecinos de arriba y verás como encuentras otro jefe y otros vecinos que te muestran lo mismito que dejaste atrás. ¿Por qué? Porque el conflicto no está fuera, sino dentro de ti.

¡Uy! Qué curioso, escribiendo esto, acabo de comprender una película que vi cuando era jovencita: «Alien, el octavo pasajero» ¿La recuerdan? No había manera de cargarse al bicho asqueroso de los tentáculos gigantes. Aparecía en el rincón más inesperado de la nave. Los tripulantes, que pensaban que había que huir de él, en lugar de enfrentarse a él (y a lo que representaba para que ellos aprendieran), lo que idean es cambiarse de nave. Y ahí va mi Sigourney Weaver, después de ver cómo la bestia se ha cargado a todos sus compañeros, y lo consigue solita. Consigue abandonar la nave infectada y cambiarse a una nueva mientras observa, a través de una escotilla, cómo explota en el espacio  la “nave del horror”

 «¡Ufff! Qué alivio», debió pensar. Y al intentar poner en marcha la nueva, descubre algo oscuro, viscoso, con tentáculos, enredado y agazapado entre los botones del cuadro de mando. ¿Qué era?... Pues claro, si el monstruo te estaba mostrando algo de ti que no veías y sigues sin verlo, ¿qué hace el Universo? O te manda para casa suspenso, o te da un sutil y electrizante ¡zasca! A la vez que salta la vocecilla interior: «Donde te escondas, allí te llevaré aquello que necesitas aprender en ti, hasta que lo veas, lo trasmutes y apruebes la asignatura pendiente; recuerda que estoy en todas partes». Je, je,  ( 😕 yo con carita de “me hago caca”).

¿Sabes qué? Me voy a llevar a la Bego a tomar un refresco, a ver si descubro a quién me representa esta mujer para que me caiga tan mal y qué tengo que aprender y resolver en mí con respecto al personaje que me muestra.

Por cierto, cuando volví a mi casa, después de ver la película, abrí la nevera para tomar agua y di un grito. ¡¡¡AaaaGgggg!! ¿Sabéis lo que había comprado mi madre para cenar? Empieza por «Cala» y termina por «mar» y los tentáculos salían del plato hasta la balda de abajo (por si todavía hay quien no cree en estas cosas…).

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