sábado, 7 de marzo de 2020

EL DELANTAL DE LA RENUNCIA


Asistí a una conferencia donde el tema principal era “La paz interior”.
En resumidas cuentas, la paz interior se alcanza cuando aprendes a aceptar y dejas que ocurra lo que tenga que ocurrir. Pero, claro, habrá quien diga: “Entonces, para tener paz no necesito hacer nada. Ni asistir a conferencias, ni trabajarme el ego, ni borrar los programas adquiridos, ni buscar en la niñez…”. Eh, eh, eh…, que no hay más listo que el que no quiere andar (bueno, no era así la frase, pero es lo que se me ha ocurrido).
Vayamos por partes, dijo Jack el Destripador (que se escribe con mayúscula, porque no es cualquier Jack, sino ese).

Para alcanzar la paz interior (sin confundir con “me la suda") lo primero que hay que hacer es renunciar a muchas cosas; sería como despojarnos de esa costra con la que nos movemos, para llegar a la auténtica piel suave y rosada que nos pertenece (o algo así, porque todavía estoy en ello).  
Hoy, por ejemplo, me he colocado el delantal de la renuncia. Y, aunque las palomitas de colores todavía no las anoté como desechables, sí que me hice una lista de cosillas a las que voy a renunciar para ir tomando impulso y ver si puedo alcanzar ese estado en el que ya no hay que hacer nada, solo fluir:
            Renuncio a culpar a nadie por las cosas que suceden.
            Renuncio a cumplir funciones que ya no me corresponden.
            Renuncio a discutir sobre ninguna cosa.
            Renuncio a demostrar que tengo razón.
            Renuncio a temer sobre mis seres queridos (cada cual está en su proceso de vida).
            Renuncio a seguir anotando mis renuncias, porque me voy a tomar un café…, que tengan buena tarde.

        Mercedes Alfaya.

1 comentario:

  1. Sublime renuncia, la del lenguaje simbólico, el que nos enrolla la mente y el paracaídas impidiendonos aterrizar suavemente..... 😉

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