EL
UNIVERSO Y HACIENDA
La
primera vez que escuché que todo está en ti y que el otro siempre te lleva a ti
mismo, no espurreé el café porque todavía no me lo habían puesto delante, pero
vamos, que la cosa era para mear y no echar gota. ¿Cómo me puedes decir que el
gilipuertas de mi vecino, el de la cara de pánfilo que deja la meada del perro
en el portal, lo que me está es enseñando a que yo vaya a mí misma y resuelva
algo que se supone que está en mi subconsciente? ¿Estás fumao?
Pues
parece que sí, que mi vecino no está ahí por casualidad (ni la meada del perro
tampoco). Ahora me toca averiguar quién es mi vecino; quiero decir, a quién me
representa cuando lo veo, si a mi padre, a mi abuelo, a mi hermano… Y, claro,
se supone que yo no sé que tengo pendiente algo que arreglar con esa persona de
mi familia (bueno, lo que tengo que arreglar es conmigo misma, pero que se
refiere a alguien de mi familia) y por eso va el Universo y me coloca ahí al
susodicho (que si tuviera goma de borrar lo sacaría del teatro de mi vida; por
decir algo).
En
fin, a ver si averiguo qué tengo que arreglar con la forma en la que me siento
cuando le digo al tipo ese que limpie la meada de su perro, me mira y pasa de
mí tres pueblos, porque si no lo resuelvo, si paso del vecino, o me mudo a otra
parte, como lo que tengo que arreglar está en mí, eso vendrá conmigo a donde yo
vaya, y aparecerá otro vecino o quizás otro personaje que me lo va a mostrar; el
Universo, como tengas algo pendiente, te encuentra donde estés (como Hacienda).
En cuanto arregle en mí lo que se supone que
todavía tengo pendiente y que me lo tengo que ver a través de mi vecino, os invitaré a un café sin
espurrear.
Merce- Xiahonik
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